Échame el cuento: Un regalo inesperado

in voilk •  4 months ago

    Después de tanto buscar y buscar, encontré el libro. Lo encontré casi de milagro, y digo casi porque estaba oculto. Un libro de literatura escondido tras otros de la sección de economía, puesto de tal forma que casi no se pudiera ver. Supongo que alguien lo había ocultado para llevárselo luego.

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    Foto: Archivo personal

    Así que tomé el libro, y cuando lo llevé al mostrador, el señor se me quedó mirando con suspicacia. «Joven», me dijo, «¿De dónde sacó este libro?». Yo le señalé la sección en dónde estaba, a lo que el señor me vuelve a decir que ellos habían dado por perdido ese ejemplar porque no estaba registrado en el inventario y supusieron que alguien lo había robado.

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    Foto: Archivo personal

    Al parecer, el libro tenía varios años escondido, y nadie se dió cuenta de que estaba entre los libros de economía. A continuación, el señor me dijo que no podía cobrarme el libro al precio que marcaba la etiqueta porque ese libro en específico había aumentado su costo.

    Protesté diciendo que no podía pagar el nuevo costo, además que se debía respetar el precio marcado y que no era culpa mía el que lo hubieran ocultado desde no sé hace cuánto.

    El señor andaba en sus trece de que no podía venderme el libro a ese precio y arguyó además, que era el único ejemplar, lo que hacía subir aún más su valor. Yo seguía protestando, pero ya me estaba resignando a dejar las cosas así e irme con las manos vacías, cuando escucho que me llaman.

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    *Foto: Archivo personal"

    El señor se fue luego de nuestra pequeña discusión, y su hijo lo relevó. Yo no me había dado cuenta de que el muchacho estaba allí. Él me dijo que escuchó lo que su padre me había dicho, y además me reveló que ese libro lo había escondido él, pero que la librería era tan grande que no recordaba dónde lo había ocultado.

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    Foto: Archivo personal

    El muchacho tomó el libro entre sus manos, lo miró, lo hojeó y terminó por darle un abrazo, y medio escuché que le dijo con los ojos cerrados algo así como «gracias por todo, mi buen amigo». Con una sonrisa melancólica, me lo dió. Le dije que no tenía el dinero y me dijo que no importaba, que era un obsequio. El mejor obsequio que pude recibir en aquel entonces, que me ha acompañado adonde quiera que vaya.

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