(English)
Hello everyone! Today, we’re diving into the behind-the-scenes of bath day for our beloved Siberian wolves. If you’ve ever had the joy (and slight chaos) of bathing a Siberian Husky, you’ll understand the unique experience it is. These majestic dogs are known for their thick coats, and while they look amazing, maintaining that beautiful fur requires regular upkeep. Every month, we dedicate a special day just for their baths, and oh, what a day it is!
First, let’s set the stage. Bosco, Kyra, Max, and Oslo all sense that something is up. It’s almost like they can smell the shampoo from a mile away. Each one reacts differently when bath time comes around.
Kyra, the queen of the pack, puts on her most dramatic face. She loves attention, but this is not the kind she prefers. The moment the water touches her fur, her eyes speak volumes: “Why must you betray me like this?” Yet, by the end of the bath, she’s visibly relieved. There’s just so much fur, and getting it all cleaned and groomed feels refreshing.
Bosco, always the dignified one, tries to maintain his composure. He’s the king, after all. But even kings have their limits, and when he’s in the tub, his royal look turns into one of sheer disbelief. Still, he handles it better than most, probably because he knows he’ll come out looking extra handsome.
Max, oh Max, is pure energy. Getting him into the bath is a game in itself. He’ll dart, he’ll dodge, but eventually, he’s caught. Once in, he pouts. The usually mischievous pup suddenly acts like he’s being punished, his big eyes pleading for mercy. However, when he’s all dried off, he’s back to his playful self, bounding around as if nothing happened.
Then there’s Oslo, the baby of the pack. He doesn’t make it easy either, but once he’s in the water, his rebellion turns into acceptance. His dramatic sighs and confused looks as the water runs through his fur are priceless. But once he’s all clean and fluffy, he’s the first to run up for cuddles.
After everyone’s been shampooed, rinsed, and conditioned, it’s time for the brushing. This part might actually be worse for them than the bath itself! They each take turns, shaking off the excess water (on me, of course), and I start the process of brushing out all that extra fur. It’s a long job, but it’s worth it to see them looking their best.
In the end, even though bath day isn’t their favorite, the relief on their faces when it’s all over is undeniable. No more tangles, no more dirt, and they feel much lighter with all that extra hair gone. Plus, they smell amazing. For the next few days, they strut around like they know they look good, and honestly, they do.
(Spanish)
¡Hola a todos! Hoy vamos a sumergirnos en el detrás de cámaras del día de baño para nuestros queridos lobos siberianos. Si alguna vez has tenido el placer (y el caos) de bañar a un husky siberiano, entenderás la experiencia única que es. Estos majestuosos perros son conocidos por su grueso pelaje, y aunque se ven increíbles, mantener esa hermosa capa de pelo requiere mucho mantenimiento. Cada mes, dedicamos un día especial solo para sus baños, ¡y qué día es!
Primero, pongamos la escena. Bosco, Kyra, Max y Oslo ya sienten que algo está pasando. Es como si pudieran oler el champú desde kilómetros de distancia. Cada uno reacciona de manera diferente cuando llega la hora del baño.
Kyra, la reina de la manada, pone su cara más dramática. Le encanta la atención, pero este no es el tipo de atención que prefiere. En el momento en que el agua toca su pelaje, sus ojos lo dicen todo: “¿Por qué me traicionas de esta manera?” Sin embargo, al final del baño, se nota el alivio. Hay tanto pelo, y el hecho de tenerlo todo limpio y bien peinado la refresca.
Bosco, siempre tan digno, intenta mantener la compostura. Después de todo, es el rey. Pero hasta los reyes tienen sus límites, y cuando está en la bañera, su mirada regia se convierte en una de total desconcierto. Aun así, lo maneja mejor que la mayoría, probablemente porque sabe que va a salir extra guapo.
Max, oh Max, es pura energía. Meterlo en la bañera es todo un juego. Corre, se escabulle, pero finalmente, lo atrapamos. Una vez dentro, hace pucheros. El travieso de siempre de repente actúa como si estuviera siendo castigado, con esos ojitos grandes pidiendo clemencia. Pero, una vez seco, vuelve a ser su yo juguetón, saltando por todas partes como si nada hubiera pasado.
Y luego está Oslo, el bebé de la familia. Tampoco lo pone fácil, pero una vez en el agua, su rebelión se convierte en aceptación. Sus suspiros dramáticos y sus miradas confusas mientras el agua corre por su pelaje son inolvidables. Pero una vez que está limpio y esponjoso, es el primero en correr a pedir abrazos.
Después de que todos han sido enjabonados, enjuagados y acondicionados, llega la hora del cepillado. ¡Esta parte podría ser aún peor para ellos que el baño! Cada uno toma su turno, sacudiéndose el agua en mi dirección, por supuesto, y yo empiezo el proceso de cepillar todo ese exceso de pelo. Es un trabajo largo, pero vale la pena verlos lucir tan bien.
Al final, aunque el día de baño no es su favorito, el alivio en sus caras cuando todo ha terminado es innegable. Sin enredos, sin suciedad, y se sienten mucho más ligeros con todo ese pelo extra fuera. Además, ¡huelen increíble! Durante los próximos días, desfilan como si supieran que se ven bien, y honestamente, lo hacen.
Bath day may not be their favorite, but it’s always worth it to see these fluffy wolves clean, happy, and looking their best!
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