Vivimos en un mundo de constante estimulación visual y auditiva, podría decir que tenemos sobre estimulación, todo lo que entra por nuestros oídos, ojos, tacto, tiene un impacto en nuestra mente en cuanto a la manera de percibir las cosas a nuetro alrededor así como en la autopercepción.
Pero si hay algo que es poderoso son las palabras, tienen un poder que muchas veces podemos subestimar, y no hablo solo de las que decimos a otros, sino también de las que nos decimos a nosotros mismos.
¿Se han detenido a pensar cuántas veces una frase escuchada o leída cambia por completo el rumbo de nuestro día? Ya sea para bien o para mal, las palabras tienen la capacidad de marcar una diferencia en nuestras vidas y también en las de quienes nos rodean.

He estado reflexionando sobre esto porque, al igual que muchos, a veces no soy consciente del peso que tienen mis palabras. En momentos de frustración, puedo decir comentarios que luego lamento, o en mi intento de ayudar, digo cosas que no necesariamente cumplen con la intención que tengo en primera instancia, y a veces uno puede terminar hiriendo a otros sin ser esa la intención.
Pero también he experimentado el otro lado, cuando unas pocas palabras, desde la sinceridad, han logrado consolar a alguien o darles el impulso que necesitaban para seguir adelante. Y pienso que esto es lo mejor, poder ayudar a otras personas a pasar un momento complicado sólo con el poder de las palabras.
Es bastante evidente cómo algo tan simple como un "estoy orgulloso de ti", dicho a alguien puede alegrarle la vida, es particularmente evidente en los niños. Aunque es también muy evidente en personas adultas. Por el contrario, un "nunca lo lograrás" puede apagar todo eso que los mantenía soñando.

Es por eso que es importante ser conscientes de lo que decimos, y más ahora, que vivimos en un mundo donde las redes sociales amplifican nuestras voces y donde lo que escribimos o decimos puede llegar a personas que no conocemos. Por ejemplo, estas palabras que estoy compartiendo serán leídas por personas que ni sé que existen, y por ello, para escribir, pienso mucho antes, porque sé que puedo impactar en otros, por lo que lo mejor es hacerlo de manera positiva.
Esto en relación, a lo que compartimos con los demás. Pero hay algo muy importante, las conversaciones internas, esas que tenemos con nosotros mismos, hay que tener muy presente que son determinantes. ¿Cuántas veces nos hemos dicho cosas como "esto es demasiado difícil"? una frase como esta, aunque no se vea ni se escuche, tienen un impacto profundo en nuestra mente y en cómo enfrentamos las circunstancias habituales que se nos van presentando.
Es bastante sabido que el cerebro no distingue entre una verdad objetiva y una mentira que repetimos constantemente. Si nos decimos que no somos capaces, terminamos creyéndolo. Por eso es necesario cultivar un diálogo interno positivo, aunque al principio no se sienta natural. Cambios tan básicos como cambiar un "no puedo" por un "lo intentaré" o un "soy incapaz" por un "estoy aprendiendo" puede parecer algo pequeño, pero puede hacer una gran diferencia.

Y no podemos dejar de lado que somos seres sociales, y las palabras también construyen relaciones (o las dañan). Con ellas, podemos expresar muchas cosas buenas, pero también podemos generar conflictos. Es aquí donde la empatía entra en juego. A veces no se trata solo de lo que decimos, sino de cómo lo decimos. Una crítica puede ser constructiva si la abordamos desde la intención de ayudar, pero destructiva si la expresamos desde lo malo.
Las palabras debemos usarlas a nuestro favor, tanto en nuestro mundo interno como el externo, la vida es corta, y es mejor aprender a usar nuestras herramientas de las mejor manera que malgastarlas con acciones que traigan resultados negativos para otros o para nosotros mismos. Y es fácil, ya que no necesitamos de recursos extraordinarios para usarlas de forma positiva, es la principal vía para comunicarnos, y si nos ha sido otorgada esta capacidad, lo mejor es usarla de la mejor manera.
Ya para despedirme, insisto en decir que no solo nos comunicamos con otros, sino con nosotros mismos, y esta conversación interna es algo determinante en nuestras vidas, practiquémosla de manera cosciente para hacer y hacernos el bien, es mucho mejor vivir así.
