No es ficción porque lo que está sucediendo es real y cada vez más grave, más miserable y por tanto exige que saquemos más determinación para combatirlo. La bella es Venezuela; patria, nación, casa o como quieran llamarla; una bella maltratada por una bestia que no causa extrañeza porque está haciendo lo que sabe hacer bien, tirar patadas.
Pero el que se va a morir patalea y a mi juicio es bueno que la bestia levante su jauría porque así los reconoceremos con pelos y señales, los ubicaremos, aunque luego se escondan porque siempre serán delatados por sus culpas; su conciencia mugre no los dejará ni siquiera vivir callados y no les servirá de ejemplo para los suyos porque ese es el camino que escoge el canalla, la ignominia, el deshonor, la misma que arrastrarán sus generaciones por siglos.
La bella está herida, sangra, pero la han levantado las sonrisas de los niños, las esperanzas de los jóvenes; las madres le han secado las lágrimas y los hombres esperan sus palabras, que siga marchando; pero los hombres no hemos terminado de poner el pecho porque hay muchos que andan guabineando, queriendo peces fáciles en los revueltos de la corrupción actual porque a eso se dedicó la bestia; entró como un virus a nuestra mente, nos hizo creer que a través del estado nos resolvería la vida, nos prometió felicidad, igualdad y fraternidad y ¿con qué nos salió?, conque todos tenemos que ser felices con lo que nos ofrecen: una bolsa con tres artículos de comida de mala calidad, una quincena miserable y unas largas colas para todo que nos dieron la igualdad de ser más pobres y que al final hicieron que muchos se fueran a buscar la fraternidad en otros países.
Pero la bella sigue de pie, luchando, y ayer, y los días anteriores, cuando la bestia le desapareció a su equipo, ella siguió creciendo porque le han abierto las alas a pesar de que no la dejan comprar un boleto de avión, de que la acorralan; a pesar de las patadas de la bestia ella se ha recorrido a sí misma como territorio y adonde llega la reciben como a la líder que estaban esperando.
La bella Venezuela va hasta al final. Y estamos seguros de que seguirá llevando patadas porque, repito, eso es lo que sabe hacer una bestia, pero ella ha despertado la posibilidad de cambiar hacia algo mejor, hacia el bien; ha despertado la esperanza de vencer al mal y te está ofreciendo la oportunidad de ayudarla con tu decisión, con tu voto; de ti depende que salgamos de este atolladero.
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