La mujer picaba el pan con su cuchillo afilado. Aquel cuchillo que había recibido de regalo el día de su matrimonio. Cortaba el pan en rodajas gruesas que luego pondría en una pequeña cesta en mitad de la mesa.

En ese instante entró el esposo: cada viernes, después de la guardia, llegaba tarde, molesto y buscando pleito:

_¡Cómo es que llego a esta hora y aún la comida no está lista! -gritó cuando entró a la cocina.

_Ya casi está -respondió la mujer con la voz entrecortada y las manos temblorosas mientras seguía picando el pan.

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El hombre se quitó la corbata y la tiró sobre una silla. Tomó una cerveza de la nevera, la abrió, bebió la mitad de la lata y luego eructó. Con el ruido gutural la mujer detuvo el corte, posó sus ojos sobre la lámina afilada, brillante, puntiaguda, y después respiró. El hombre la miró con malicia y dijo:

_Hoy mataron a otro reo. Estaba con un grupo de hombres, y al parecer se metió con uno de ellos y entre todos acabaron con él. Tuvimos que limpiar toda la sangre que salpicó por todos lados. -expresó el hombre de manera descriptiva y como si tuviera contando una anécdota cualquiera, prosiguió su relato. La mujer tembló en un momento:

_¡Sabes que no me gusta que cuentes esas cosas. Me dan mucho miedo! -afirmó la mujer con una voz de niña y el hombre sordo, continuó. En esa tensión todo pareció detenerse: la rabia callada, la mano que aprieta el cuchillo con fuerza, el sonido arrugado de las palabras del hombre, la exacta desnudez del miedo.

En un momento, el cuchillo resbaló y quedó sobre la mesa, sin mano que lo empuñara y la mujer afirmó:

_Listo. Ya serviré la comida.

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Por la noche, mientras el hombre dormía plácidamente, la mujer, como un animal que agoniza quedamente, caminó hasta la cocina, sacó el cuchillo afilado y se aferró a él con temblor. Luego, sintió miedo de sí misma, así que abrió la basura y lo tiró.

HASTA UNA PRÓXIMA OPORTUNIDAD, AMIGOS

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[Versión en inglés]
The fears
The woman chopped the bread with her sharp knife. The knife she had received as a gift on the day of her marriage. She cut the bread into thick slices that she would later put in a small basket in the middle of the table.
At that moment the husband came in: every Friday, after the watch, he arrived late, annoyed and looking for a fight:
How is it that I arrive at this hour and still the food is not ready, he shouted as he entered the kitchen.
It's almost ready,” replied the woman, her voice cracking and her hands trembling as she continued chopping the bread.
The man took off his tie and threw it on a chair. He grabbed a beer from the fridge, opened it, drank half the can and then burped. With the guttural noise the woman stopped the cutting, rested her eyes on the sharp, shiny, pointed blade, then breathed. The man looked at her with malice and said:
_Today they killed another convict. He was with a group of men, and apparently he got into it with one of them and between all of them they finished him off. We had to clean up all the blood that splashed everywhere. -The man said descriptively, and as if he were telling a random anecdote, he continued his story. The woman trembled in a moment:
You know I don't like you to tell such things. They scare me too much,” said the woman in a child's voice, and the deaf man continued. In that tension everything seems to stop: the silent rage, the hand that squeezes the knife tightly, the crumpled sound of the man's words, the exact nakedness of fear.
. In a moment, the knife slipped and remained on the table, with no hand to wield it. The woman said:
_Ready. I will serve the food.
At night, while the man slept peacefully, the woman, like a quietly agonizing animal, walked to the kitchen, took out the sharp knife and clutched it with trembling. Then, she felt afraid of herself, so she opened the garbage and threw it away.