Hay algo que aún no soy capaz de ver de mí mismo. He estado sacando la cuenta y sigue sin darme buena la suma de las cosas que he hecho bien.
Es como si el premio por hacer lo correcto, lo debido, lo honroso, fuera un cúmulo de dolorosos rechazos que van circundando, mucho más, mi privilegiado entorno.
Hacer el bien me está resultando mal. El único decepcionado termino siendo yo.
Insisto, yo no veo qué estoy haciendo mal y auditando los libros de mi existencia, el riesgo termina siendo la constante que resulta dolorosa luego que en cada siempre nada sale a mi favor.
Me da un voraz pánico cometer el siguiente intento de ser bueno, porque cada valentía me conduce a la misma soledad, en lugar de dirigirme a las cercanías que quiero tener cerca.
Me he confinado a un circulo que ya no me rodea y creo que debe ser karmático, supongo, el que nadie se quede a mi lado.
También sé que debo alejarme de aquellos rostros que me rechazaron sin decirme lo que yo mismo no puedo inferir de sus partidas. Hubiese sido fácil rellenar el silencio, habría podido descifrarlo con cualquier palabra que no hiciera que mis abominables pensares se apoderaran de un vacío tan pesado.
Es que en sus caras rechina mi derrota, es que en sus proximidades resulto invisible y la desaparición se vuelve forzada y, claro, me pierdo.
La gente viene y ninguno se detiene. Todos siguen sus caminos tras pisarme con la huella de la indiferencia y yo termino aceptándolo. Lo que me hiere no es el atropello, sino que sigo sin darme cuenta por qué nadie permanece.
Voy caminando mi vida y a veces los migrantes afásicos se me aglutinan a corta distancia. Tienen la mirada esquiva y yo frunzo mi lado del ceño al no tener claro el significado de sus lejanías.
¿Por qué soy el viaje y no el destino? ¿Qué hace que me vean como el equivocado? En mis cómputos observo todo lo que en haberes he sumado y no hallo nada visible en los deberes, pero el resultado sigue siendo negativo.
Quizá yo soy el cobarde por no decir nada, por no reprochar la falta de sonidos cuando ni yo mismo me atrevo a explicar por qué suceden los rechazos de los inasistentes.
si alguna vez se van de alguien y ese alguien no les pide una explicación, dénsela. Algunos merecen oír por qué no fueron suficientes, así no se atrevan a preguntar ni reprochar los éxodos.
ENGLISH VERSION
There is something I am still not able to see about myself. I have been doing the math and the sum of the things I have done right still doesn't add up.
It is as if the reward for doing what is right, what is due, what is honorable, is an accumulation of painful rejections that are surrounding, much more, my privileged environment.
Doing good is turning out badly for me. The only one disappointed ends up being me.
I insist, I do not see what I am doing wrong and auditing the books of my existence, the risk ends up being the constant that turns out to be painful after always nothing goes in my favor.
I am in a voracious panic to commit the next attempt to be good, because every courage leads me to the same loneliness, instead of directing me to the closeness I want to be close to.
I have confined myself to a circle that no longer surrounds me and I think it must be karmic, I suppose, for no one to stay by my side.
I also know that I must turn away from those faces that rejected me without telling me what I myself cannot infer from their departures. It would have been easy to fill the silence, I could have deciphered it with any word that would not make my abominable thoughts take over such a heavy emptiness.
It is that in their faces my defeat squeaks, it is that in their proximity I become invisible and the disappearance becomes forced and, of course, I get lost.
People come and no one stops. They all go on their way after stepping on me with the trace of indifference and I end up accepting it. What hurts me is not the trampling, but that I continue without realizing why no one remains.
I walk my life and sometimes the aphasic migrants crowd me at a short distance. They have an elusive gaze and I frown on my side of the frown as I am unclear of the meaning of their remoteness.
Why am I the journey and not the destination, what makes them see me as the wrong one? In my computations I look at all that in assets I have added up and find nothing visible in duties, but the result is still negative.
Maybe I am the coward for not saying anything, for not reproaching the lack of sounds when I myself do not dare to explain why the refusals of the non-attendees happen.
If you ever leave someone and that someone does not ask for an explanation, give it to them. Some deserve to hear why they were not enough, so do not dare to ask or reproach the exoduses.
Imagen de Susan Cipriano en Pixabay