Íbamos más de cuatro días caminando en medio de la jungla. La operación de rescate no estaba teniendo mucho éxito y los suministros empezaban a agotarse.
Aun así, nuestro escuadrón seguía avanzando con paso firme buscando alguna pista del helicóptero desaparecido.
Al atardecer del quinto día dimos con nuestro objetivo. Uno de los supervivientes estaba recostado en una enorme roca, tenía los ojos cansados y vidriosos. Y pese a su evidente debilidad, en una de sus manos empuñaba con fuerza lo que parecía ser una navaja suiza. Al preguntarle por los demás, nos señaló, siempre con la mirada fija, un punto más denso y oscuro en el bosque.
Fuimos dos a revisar el área y al llegar nos encontramos dos grandes bultos verdes, rodeados de una salvia espesa y rojiza. Supusimos que los habían envuelto en esas hojas para protegerlos al ver que habían fallecido. Así que nos dispusimos a extraer los cuerpos, ya que empezaba a oscurecer y teníamos que darnos prisa.
Hacía guardia mientras mi compañero retiraba las hojas en lo que creí escuchar un pequeño siseo que se hacía cada vez más fuerte. A los segundos oí a lo lejos un grito desgarrador que vino acompañado de un golpe seco muy cerca de mí. Al voltear pude ver a mi compañero colapsado y como todas las hojas a su alrededor reptaban como si de animales se tratasen, mostrando unos pequeños colmillos que se adherían a su piel.
Quise correr, pero sentí mis piernas adormecidas y ahí me di cuenta que ya estaban envueltas por estas malditas criaturas.
Mientras perdía la consciencia, enfurecido e impotente, pude presenciar como toda la jungla cambiaba su tono verdoso a un aterrador rojo carmesí.
Imagen cortesía de @saulos
Post creado para participar del Extraño concurso No. 36 - Hive Mexico