Ayer, volviendo del trabajo, me detuve a observar las abejas en una enredadera que está llena de flores en la entrada de la calle donde vivo. Es increíble la cantidad de flores que tiene esta planta y lo mucho que ha crecido, teniendo en cuenta que hace unos meses la cortaron casi por completo.
Las abejas me ignoraron totalmente y siguieron con su trabajo. Ellas solo intentan sobrevivir, recolectar lo que su colmena necesita, aunque en el proceso polinizan las flores y garantizan que el ciclo de la vida continúe. ¿Acaso serán conscientes de lo importantes que son?
Los humanos no estamos así de integrados en la naturaleza, nuestros procesos solo dejan residuos, solo interrumpen otros ciclos; desequilibran en vez de equilibrar. Y después nos volvemos un huracán desesperado tratando de hacer control de daños, aunque la mayoría de las veces sea demasiado tarde.
No digo que las abejas sean perfectas, no conozco demasiado sobre ellas; apenas un poco de cultura general. Pero creo que podríamos aprender de lo bueno y seguir los buenos ejemplos.
Por otro lado me sigue impresionado lo bonita que está esta planta, que seguramente en esa casa la consideran una mala hierba y por eso la cortan una otra vez, me parece admirable que cada vez vuelva a crecer más fuerte y bonita.
Recordé un poema que escribí hará cosas de dos años, un día que quise ser mala hierba, porque la hierba mala nunca muere. Aquí se los comparto:
Ya estuve muy reflexiva por hoy, espero que disfrutaran de las fotos y de compartir esta reflexión conmigo, ahora me voy a ver si consigo hacer unas lindas fotos y una historia para mañana.
Fotos de mi autoría tomadas con teléfono Redmi 9A