Hola compañeros de Hive! Hoy les voy a contar una historia que sucedió hace unos días en el taller de nuestra querida escuela técnica.
En el taller de la escuela técnica en Buenos aires, Marcelo era conocido por su habilidad para reparar cualquier aparato electrónico que se cruzara en su camino.
Su osciloscopio, un veterano con más historias que un asado de domingo, era su orgullo y su razón para levantarse todas las mañanas.
Una mañana, entró al taller Rufián, un MEP con cara de pocos amigos y una intención que olía a quilombo. Miró el osciloscopio de Marcelo con ojos de billete fácil y se le acercó con pasos de soldado. Justo cuando estaba por manotearlo, Marcelo, más vivo que el tango en Buenos Aires, lo pilló justo en la movida.
—¿Qué te crees que estás haciendo, Rufián? —le dijo Marcelo con voz de barrio
Rufián, sorprendido por haber sido descubierto, vaciló un momento antes de responder con insolencia:
—No es asunto tuyo, viejo. Solo necesito esto para... negocios.
Marcelo sabía muy bien qué tipo de "negocios" Rufián tenía en mente. Manteniendo su compostura, dio un paso hacia adelante, bloqueando completamente el acceso al osciloscopio.
—Este aparato no es para vos, Rufián. Es parte del equipo de la escuela y lo necesito para enseñar a mis alumnos. No voy a permitir que te lo lleves.
—Viejo, dame ese aparato y no habrá problemas. La plata está —dijo Rufián, con una sonrisa retadora.
Rufián, viendo que Marcelo no cedería, lanzó una mirada y dijo:
—No reconoces este dedo pibe.
—¡Rufian! ¿Es así como retribuyes la confianza que te dimos? ¡Esto no es leal! —exclamó Marcelo, con una mezcla de indignación y decepción en su voz.
Rufian, con un gesto burlón y desafiante, miró a Marcelo y respondió con cinismo:
—¿Leal? En este barrio, viejo, la lealtad se paga caro. Nosotros solo tomamos lo que necesitamos, ósea las perillas viejo.
A partir de ese día, la relación entre Marcelo y Rufian cambió para siempre. Marcelo se dedicó con más fuerza a sus alumnos y a reconstruir lo que pudo del osciloscopio.
El osciloscopio, aunque reparado en parte (con faltante de perillas), nunca volvió a ser el mismo. Para Marcelo, más allá del daño material, fue un recordatorio amargo de que la lealtad y el respeto son valores que no todos comparten en el duro entorno escolar.
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Hello Hive colleagues! Today I am going to tell you a story that happened a few days ago in the workshop of our beloved technical school.
In the technical school workshop in Buenos Aires, Marcelo was known for his ability to repair any electronic device that crossed his path.
His oscilloscope, a veteran with more stories than a Sunday roast, was his pride and his reason to get up every morning.
One morning, Rufián, an MEP with an unfriendly face and an intention that smelled of quilombo, entered the workshop. He looked at Marcelo's oscilloscope with easy-going eyes and approached him with the steps of a soldier. Just when he was about to touch him, Marcelo, more alive than the tango in Buenos Aires, caught him right in the move.
—What do you think you're doing, Rufián? —Marcelo told him with a neighborhood voice.
Rufián, surprised at having been discovered, hesitated for a moment before responding insolently:
—It's none of your business, old man. I just need this for... business.
Marcelo knew very well what kind of "business" Rufián had in mind. Maintaining his composure, he took a step forward, completely blocking access to the oscilloscope.
—This device is not for you, Rufián. He is part of the school team and I need him to teach my students. I'm not going to let you take it.
—Old man, give me that device and there will be no problems. “The money is there,” said Rufián, with a challenging smile.
Rufián, seeing that Marcelo would not give in, cast a glance and said:
—You don't recognize this finger kid.
-Ruffian! Is this how you repay the trust we gave you? This is not loyal! —exclaimed Marcelo, with a mixture of indignation and disappointment in his voice.
Rufian, with a mocking and defiant gesture, looked at Marcelo and responded cynically:
-Loyal? In this neighborhood, old man, loyalty pays dearly. We only take what we need, meaning the old knobs.
From that day on, the relationship between Marcelo and Rufian changed forever. Marcelo dedicated himself more strongly to his students and to rebuilding what he could of the oscilloscope.
The oscilloscope, although partially repaired (with missing knobs), was never the same again. For Marcelo, beyond the material damage, it was a bitter reminder that loyalty and respect are values that not everyone shares in the harsh school environment.