Alguien escribió alguna vez que toda vida enfrenta una disputa por el gusto y por el sabor. Nadie dejó descrito que existen entidades de nuestro ser que sigilosamente van pasando por debajo de la puerta cartas del tarot inventadas para adivinar un futuro vago pero aun así persistente en nuestros sueños.
No creo que el refresco haga tanto daño como dicen y tampoco en letras de libros empolvados para el beneficio de la humanidad, siento miedo y otras veces una ira incontrolable que llega hasta mis puños y los deja morados, un poco raspados y con la evidencia de la decalcomanía de una pared aún no frisada.
Mi vida comienza de nuevo, en otra avenida. Es cuestión de alinear los chakras. Intento aceptar lo que no veo, pero es difícil cuando quieres encontrar el motivo y no obtienes una respuesta que puedas palpar con tus manos.
Hace unas semanas seguí a alguien, no me había dado cuenta de que en unos minutos me había convertido en un personaje de ficción. Quizás uno que haría que la historia acabe en desgracia. ¿Un impulso de hormiga negra me hizo actuar así? ¿O ese pensamiento impuro? ¿Deseo? ¿Rabia?
Lo sentí, era de noche y seguramente la brisa estaba cargada de lo que pasa cuando nadie observa a dos personas, a tres o a una en la oscuridad. Mi cara se puso caliente, lo seguí porque se parecía a mí, llegó a una casa muy cerca de donde me mudé. En la esquina había 7 pares de ojos juzgándome, esperándome para decidir quién soy...
-¡Coño viejo, otra vez dejaste de tomarte la pastilla! ¡Me dijeron que andabas por la otra cuadra con tres perros siguiéndote!
| Nota: El dibujo de la foto ha sido hecho por mí. |