VERSIÓN EN ESPAÑOL
Hay una escena del Evangelio que a primera vista nos puede dejar perplejos, y es el episodio donde Jesús corre a los comerciantes del Templo mediante un látigo que hace allí mismo (Jn 2, 13-16). Según los estudios este fue un hecho real y verídico, precisamente porque se contrapone con la idea de un Cristo de paz, manso y humilde de corazón. Pero es que hay que entender bien las cosas y considerar que si bien Jesús es manso, no es menso, pero lo que es todavía más importante, las emociones son parte del ser humano, por lo que sí es verdad que Jesús asume la naturaleza humana también asume esta parte, tan esencial en nuestras vidas.
Es por ello que más bien debemos tomar este pasaje de la escritura como una oportunidad para reflexionar sobre la importancia que tiene el hecho de que estamos compuestos por determinadas emociones, y que en el autoconocimiento personal debemos reconocer, pues éste es el primer paso para aprender a lidiar con ellas, las emociones no son malas sino que son partes de la vida misma, pues pasamos por situaciones determinadas que generan en nosotros ciertos sentimientos y posteriores estados de ánimo que sí aprendemos a detectar los podemos usar más bien a nuestro favor.
Lo que no debemos permitirnos nunca es reprimir las emociones, hay que aprender a liberarlas y, sobretodo, a expresarlas de alguna manera. Es lo que podemos interpretar de lo que hizo Jesús en esta escena evangélica, pues, se nos manifiesta como un ser humano que siente indignación y desde la molestia que ésto le genera se expresa. Si no aprendemos hacer esto de alguna manera, nuestro ser se va a resentir y por algún lado va a buscar drenar, de allí que sea esencial el reconocimiento de lo que nos pasa para aprender a canalizar la forma más efectiva de mostrarlo.
Al respecto me encanta la imagen del banco emocional que todos tenemos, el cual cuando está lleno de emociones positivas, como la alegría y el amor, los números son positivos y sólo nos dan cosas beneficiosas en nuestros días. En cambio, cuando en éste banco emocional abundan más emociones negativas, como el temor, la tristeza y la ansiedad, los números son negativos, y hasta podemos llegar a quedar en una deuda emocional, que de alguna manera busca y encuentra la manera de cobrarnos su situación. Es cuando sino se canalizan correctamente las cosas, suceden los accidentes y las enfermedades, tales como el estrés o el cáncer, ocasiones donde se somatiza las emociones con las cuales no se saldaron las cuentas.
Es ésta la razón por la cual este post quiere ser una motivación para reconciliarnos con nuestras emociones, ya que estás forman parte de lo que somos como seres humanos, tanto así que expresamente el Evangelio nos la muestra en el Verbo Divino que asumió la naturaleza humana en su plenitud. Él mismo sintió y desde sus emociones actuó en este mundo durante su misión en el mismo, supo controlar y canalizar de la mejor manera lo que llevaba dentro, demostrándonos así que también al ser humano le es posible hacer lo mismo, de esta manera las emociones se convierten en nuestras aliadas en el crecimiento personal.
ENGLISH VERSION
There is a scene from the Gospel that at first glance can leave us perplexed, and it is the episode where Jesus runs the merchants out of the Temple with a whip that he makes right there (Jn 2, 13-16). According to studies, this was a real and true event, precisely because it contradicts the idea of a Christ of peace, meek and humble of heart.
But we must understand things well and consider that although Jesus is meek, he is not stupid, but what is even more important, emotions are part of being human, so if it is true that Jesus assumes human nature, he also assumes this part, so essential in our lives.
That is why we should rather take this passage of Scripture as an opportunity to reflect on the importance of the fact that we are made up of certain emotions, and that in personal self-knowledge we must recognize, because this is the first step to learn to deal with them, emotions are not bad but are parts of life itself, because we go through certain situations that generate in us certain feelings and subsequent states of mind that if we learn to detect we can use them more in our favor.
What we should never allow ourselves to do is to repress emotions, we must learn to release them and, above all, to express them in some way. This is what we can interpret from what Jesus did in this evangelical scene, because he manifests himself as a human being who feels indignation and expresses himself from the annoyance that this generates in him. If we do not learn to do this in some way, our being will be resentful and will seek to drain somewhere, hence the essential recognition of what is happening to us to learn to channel the most effective way to show it.
In this regard, I love the image of the emotional bank that we all have, which when it is full of positive emotions, such as joy and love, the numbers are positive and only give us beneficial things in our days. On the other hand, when this emotional bank is full of more negative emotions, such as fear, sadness and anxiety, the numbers are negative, and we can even end up in emotional debt, which somehow seeks and finds a way to collect its situation from us. It is when things are not channeled correctly that accidents and illnesses happen, such as stress or cancer, occasions where the emotions with which the accounts were not settled are somatized.
This is the reason why this post wants to be a motivation to reconcile ourselves with our emotions, since they are part of what we are as human beings, so much so that the Gospel expressly shows it to us in the Divine Word that assumed human nature in its fullness. He himself felt and from his emotions acted in this world during his mission in it, he knew how to control and channel in the best way what he carried inside, thus showing us that it is also possible for the human being to do the same, in this way emotions become our allies in personal growth.
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