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Cada ser humano constituye una especie de libro que se está escribiendo en el desarrollo de sus vidas y experiencias, me gustaría compartirles la siguiente pregunta: qué aprendemos de los demás? Y una que le complementa, Cómo lo hacemos? en efecto, si aprendemos en los libros que han escrito autores de la antigüedad, cuanto más podemos aprender del libro que es cada vida humana. Esta es mi experiencia, ya que si bien los estudios me han enseñado muchas cosas, si hago un análisis de mi vida hasta estos momentos, tengo que reconocer que también las personas me han enseñado bastante. No solo desde el punto de vista de transmisión de conocimientos teóricos sino por el compartir experiencias e historias de vida y sobretodo por el respeto a todas y cada una de ellas.
De los niños he aprendido que el secreto de la felicidad está el disfrutar de las cosas simples y sencillas de la vida. De los jóvenes, que nunca debemos perder el ímpetu que nos impulsa a seguir luchando por nuestras metas y que soñar no cuesta nada, por lo que no hay que dejar de hacerlo, y ser valientes para hacer realidad lo que tenemos en nuestra mente. De la personas mayores tengo la invaluable lección de que la auténtica sabiduría y la mayor y mejor universidad es la que obtenemos a través de los años, los errores constituyen una materia ineludible en la existencia y hay que sacar lo mejor de ellos.
En mi convivencia con las personas he aprendido a que no somos quién para juzgar a los demás, porque cada uno tiene experiencias de vida intransferibles e historias personales que no conocemos, por lo que el respeto hacia cada persona es para mí un metodo infalible para lograr graduarme en la escuela de la vida. Por ello, lo que mejor puedo hacer, es un compartir sincero de mis propias experiencias y aprendizajes que los años de vida me han concedido tener, sin pretender imponer las propias perspectivas pues estoy convencido de que si algo funciona perfectamente para uno no tiene por qué ser igual para los demás.
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Lo importante es mantener en nuestras existencias la puerta y ventanas abiertas, para que no nos perdamos el tesoro invaluable de la interacción con las demás personas, pues saldremos grandemente favorecidos, ahora bien, esta apertura también es para dar, puesto que así como recibimos de la gran comunidad que conforma la humanidad entera, también nosotros podemos aportar tanto a nuestros coetáneos como a la generación de relevo, solo así podemos soñar con certeza con un mejor futuro para la sociedad.
Es aquí donde el principio de que el todo es mayor que sus partes tiene una gran relevancia, en efecto, desde el valor que le damos a todo lo que en una comunidad podemos aportar es de donde surgen las soluciones a las diversas problemáticas que como humanidad enfrentamos. De allí que el trabajo en equipo y aprender a complementarnos en medio de nuestra diferencia es un valor que nos hace más fuertes ante los retos de la vida, porque lo que no piensa uno lo piensa otro, lo que no ve uno lo ve mejor otro, lo que no siente uno, hace empatía más fácil otro, y así la fortaleza de cada uno se convierte en la fortaleza de toda una comunidad.
El encuentro con lo demás, me ha enseñado pues grandes valores para la vida, aquí he hecho referencia a algunos pero no quisiera terminar sin referirme a uno que es esencial para todos, esto es, la tolerancia, porque solo en la apertura sin prejuicios a los demás, crecemos en ella, y en el aprendizaje de unos con otros nos vamos aceptando, ya que nadie puede pretender tener la última palabra sobre las cosas, más bien todo debemos aprender a trabajar de manera conjunta en la consecución de las metas.
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