Después de veintidós años de experiencia trabajando con niños, tengo algunas ideas que me han funcionado, incluso que me sirven para hacerlos jugar; y esto del juego lo tomo muy en serio porque hasta el mismo Platón en su libro la República señalaba que no se usara la fuerza para enseñar, que se entrenara a los niños jugando porque así ellos sabrían para qué estaba dotado cada uno; es, pues, el juego, una de claves para interactuar con pequeños.
Lo otro es la confianza, es decir, un día a alguien se le ocurre invitarte para que les hables a sus alumnos acerca de los beneficios de leer; quieren tú le digas que vayan a leer, porque creen que si se lo dice un lector ellos harán caso. Ojalá y las cosas con la lectura fueran así de simple; entonces resulta que primero debes ser espontáneo, mostrarte ante ellos con naturalidad, jovial, juguetón, pero no al extremo de hacerlos quedar en ridículo y cuando te has ganado su confianza le dices un par de cosas más o menos seria.
Por ejemplo. Cada vez que un niño lee entrena al cerebro; al cerebro no lo podemos entrenar dándole doscientas vueltas a la cancha o levantando pesas; al cerebro lo entrenamos jugando ajedrez o juegos de memoria; inventando historias y principalmente leyendo; cuando un niño está leyendo es como si su cerebro estuviera levantando pesas; por eso hay que leer porque un cerebro que no se entrena es un cerebro debilucho, flojo, aguado, y necesitamos energía, fuerza, potencia para todas las actividades.
Lo otro es que todo niño debe tener al menos tres mascotas; un perro, una planta y un libro de aventuras. Teniendo un perro aprende a desarrollar el amor por los otros animales; una planta le ayuda a desarrollar el amor por la naturaleza; pero un libro de aventuras lo hace viajar en el tiempo; puede ir al pasado, al futuro o puede ir a varios presentes donde suceden cosas más bonitas que en la escuela o que en la casa porque leyendo un libro de aventura nos convertimos en el protagonista y podemos salvar al mundo, podemos vivir aventuras buenas, bonitas e interesantes; y además es mejor tener un libro de aventuras porque al libro no hay que recogerle las cacas ni regarlo; al libro sólo hay que leerlo.
Parte de eso es lo que compartimos la semana pasada con los niños del colegio Agustín Codazzi; un trabajo para motivar a los niños a la lectura.
Fotos facilitadas por los organizadores de la acticvidad.