Despite the government ostracism to which they are subjected, the scarcity of births and the exodus of a youth that renounces the countryside and old traditions, seeking the fallacious opportunities of the big cities, there are towns that still resist with stoic heroism the inevitable attacks by a brutal enemy, time, and although badly wounded by it, they still, in essence, refuse to die.
Towns, which, nestled in the depths of that historic heart of inland Spain that still continues to be the old and melancholic Castile, offer, both to the cultural tourist and to the unrepentant adventurer, the opportunity to live the experience of wandering at will through dream scenarios, which have changed little or nothing since that Dantesque medieval era in which they were created, offering the sensation that time, in some inexplicable way, has also fallen into its own trap, incomprehensibly stopping its path.
A pesar del ostracismo gubernamental al que se ven sometidos, de la escasez de nacimientos y del éxodo de una juventud que reniega del campo y las viejas tradiciones, buscando las falaces oportunidades de las grandes ciudades, hay pueblos que todavía resisten con estoico heroísmo las inevitables acometidas de un brutal enemigo, el tiempo y aunque mal heridos por éste, todavía, en esencia, se resisten a morir.
Pueblos, que, enclavados en lo más profundo de ese histórico corazón de la España interior que todavía continúa siendo la vieja y melancólica Castilla, ofrecen, tanto al turista cultural como al impenitente aventurero, la oportunidad de vivir la experiencia de deambular a su antojo por escenarios de ensueño, que poco o nada han variado desde aquella dantesca época medieval en la que fueron creados, ofreciendo la sensación de que el tiempo, de alguna inexplicable manera, ha caído también en su propia trampa, deteniendo incomprensiblemente su camino.
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