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Ahí estaba ella, sentada en el banquillo del parque, llorando amargamente. No fue un buen día para ella; apenas estaba en primer año de preparatoria mientras que dos de sus amigas estaban en el último año.
Recordé instantáneamente la razón de su tristeza, aunque tiempo después entendería porqué sucedió dicha situación. Sin embargo, no podía detenerme a pensar en los detalles. Tenía menos de una hora para establecer contacto con ella y decirle algunas cosas que sé que podrían servirle de mucho en el futuro.
Sabía que podría quizás estar alterando los eventos de su vida, ¿pero qué importaba a estas alturas del partido?, ¿qué importaba advertirle sobre lo que sucederá en los últimos años? Más vale prevenir que lamentar, rezaba el dicho.
Con valor, me acerqué a ella. "¿Puedo sentarme?", le pregunté.
Ella levantó la mirada. Al principio parecía no reconocerse a sí misma en mí, pero cuando me presenté como ella misma, se asustó. Con un suspiro, me senté sin esperar a que se levantara y, mirándola a los ojos, le dije: "Lo que te pasó hoy es por una mala situación por la que atraviesa una de tus amigas; lo entenderás más adelante, cuando recuperes su amistad... Dentro de unos años. Por ahora deja que las cosas fluyan, deja que las cosas sucedan entre tú y ellas, querida... ¿De acuerdo?"
Mi yo del pasado, secándose las lágrimas, asintió. Yo continué hablándole con voz calmada pero firme: "Escúchame bien, Juliana. Presta atención porque esto puede salvarte la vida en todos los niveles. En primer lugar: pídele a tu abuelo que te lleve con un alergólogo; lo que tú tienes son alergias que pueden ser controladas, derivadas del asma de tu madre. Aprenderás a convivir con tus alergias, a entenderlas y, sobre todo, a identificarlas. Vas a tomarte un chingo de medicina relacionada con ello, pero te ahorrarás muchos problemas respiratorios".
La pequeña Juliana asintió. Yo continué: "En segundo lugar: la universidad va a ser el mejor período de tu vida. La carrera que estudiarás, la Antropología, será la que elegirás gracias a la inspiración de uno del profesor Mena. Ahora, te recomiendo que en el tercer año, es decir, de aquí a dos años, empieces a buscar cursos de idiomas. Yo te recomendaría aquellas escuelas que ofrezcan paquetes idiomáticos, como si fuera una carrera alterna a la Antropología. Si lo tomas más adelante, durante el estudio de la carrera principal, lo vas a terminar dejando por el trabajo de campo. No hagas eso. Adelántate y toma esa carrera. Quizás sea abrumadora estudiar dos carreras a la vez, pero te aseguro que tú puedes con ello".
Ella me miró con extrañeza, como si le fuera inconcebible lo que le estaba diciendo. Sin embargo, continué diciéndole: "Cuando llegue el momento de elegir un trabajo de titulación durante la carrera, ve directamente por la mitología. Eso es más o menos en unos cinco años, durante el segundo año de la carrera. Habla con quien tengas que hablar para lograr que seas alumna del encargado del proyecto. Créeme, te ahorrarás el detalle de que tus sujetos de estudio no quieran hablar y repetir el año".
Miré el reloj, el cual era una máquina del tiempo. Pasaron treinta minutos. Debo apresurarme, así que continué: "Otra cosa: el abuelo morirá de leucemia en siete años. Ámalo y compréndelo; platica con él, cuéntale como van las cosas en la carrera. Comparte tiempo de calidad con él. Su muerte va a ser dolorosa para todos, en especial para tu abuela, a quien vas a estar acompañando durante unos años. Y hablando de ella, intenta influir en sus decisiones, porque tomará toda clase de decisiones erróneas tras la muerte del abuelo que costará caro. Dile que guarde el dinero en el banco, que lo ponga a generar intereses por un tiempo; con esos intereses podrán comprar una casa propia en un par de años posteriores".
"El abuelo recién compró una casa", me señaló.
"Pero la venderá en unos años; ustedes no tendrán patrimonio. Entenderás enseguida el porqué una vez que una de la familia se vaya al extranjero por cuatro años, justo cuando entres a la carrera".
"¿Quién se irá al extranjero?"
"¿Con quién tiene más pleitos el abuelo?"
Mi yo del pasado tuvo una súbita realización mientras que yo miraba el reloj.
Quince minutos. Joder... ¡Quisiera tener otra hora para explicar lo que se viene! Decidí ser franca y directa: "Digamos que la cosa se va a poner demasiado complicada".
"¿Tendré lo que mamá, verdad?", me preguntó ella, preocupada.
"No. No lo heredarás tú... Y tampoco tendrás hijos. Créeme, el futuro no es nada bueno para nadie. El mundo en el que vivirás va a estar cada vez peor en muchos aspectos. Tengo tantas cosas qué decirte y muy poco tiempo para decirlas, así que lo que me queda decirte es que TODO ESTARÁ BIEN mientras que tú luches por tus sueños. Lo que te está sucediendo ahora tómalo con calma y filosofía; lo que te sucedió la semana pasada es solo una etapa que superarás, te lo prometo".
Un sonido nos sobresaltó. El tiempo había acabado. Empiezo a desvanecerme... No sin antes abrazarla y susurrarle al oído: "No permitas que la rivalidad entre hermanas recrudezca. De ser dable, evita a toda costa que ambas hermanas estén bajo el mismo techo".