En un hermoso lugar de Caracas, donde solía ir tomar un café contigo, el sol se mostraba cálido y maravilloso, dando con su luz, los colores que al Ávila su hermosura dan por completó, y me quede deslumbrado ante natural monumento, mientras mi mente se perdía en agradables recuerdos.
Y cómo si fuese una ilusión, quedé perplejo, cuando miré hacia un lado y ahí te encontré de nuevo, viéndote más hermosa que en mi recuerdo. Y en ese momento, todo mi ser y mi alma se llenaron de alegría, ya que al verte tan cerca de mí, entendí que realmente ya había vuelto.
Recuerdo, que ese día, antes de levantarme para ir a saludarte, te miré, y me di cuenta de que los años no pasaron por ti, tu sonrisa, tu alegría y tu dulce mirada, seguían siendo igual a cómo las recordaba, y me alegré al verte tan alegre y llena de vida, ya que tu recuerdo, era una de las ideas más claras que había en mí, cuando deseaba retornar a la ciudad.
Estando lejos, pensaba mucho en la calidez humana de las personas de Caracas, en sus calles llenas de árboles, en sus cafés, en los amigos, y en especial pensaba en ti. Te recordaba, siempre alegre y sonriente cuando venía la primavera, y las flores florecían y abundaban sus múltiples colores. También te recordaba en el otoño, con tu cara de melancolía, al ver cómo la diáspora a los amigos dividía.
Te recordaba en el aroma y la calidez, que me daba el café en las mañanas, y junto al rostro de mi madre, eras el recuerdo más agradable que tenía. Recuerdo que añoraba retornar, y verte, para así, reír y divertirse como siempre. Recordaba cepillar tu pelo, y recordaba, cómo colocabas tu cabeza en mi muslo, cuando te leía poesía.
Me acordaba, de las lágrimas saliendo de nuestros ojos al despedirnos, recordaba la mirada de los amigos y los abrazos muy sentidos, los buenos deseos y las risas, unida a los miedos sentidos, antes de iniciar un camino, que no tuvo mucho sentido, ya que si es cierto que mi cuerpo estaba lejos, mi alma, mi corazón y mis anhelos, siempre estaban acá contigo.
En mis añorados sueños de retorno, tú siempre me acompañabas, y ahora que regresé a tu lado, mi alma se llena de alegría, ya que antes de buscarte te encontré. Ahora que te saludo, te beso y te abrazo, siento que, con la calidez y la seguridad que tu presencia me da, que mi diáspora ha terminado y que estando junto a ti, sé que estoy en mi hogar.
Muchas gracias por leerme.
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I return to the warmth that embraces the soul.
In a beautiful place in Caracas, where I used to go to have a coffee with you, the sun was warm and wonderful, giving with its light, the colors that make its beauty complete, and I was dazzled by a natural monument, while my mind got lost in pleasant memories.
And as if it were an illusion, I was perplexed, when I looked to the side and there I found you again, looking more beautiful than in my memory. And at that moment, my whole being and soul were filled with joy, since seeing you so close to me, I understood that I had really already returned.
I remember, that day, before getting up to go and greet you, I looked at you, and I realized that the years did not pass by you, your smile, your joy and your sweet look, were still the same as I remembered them, and I was glad to see you so cheerful and full of life, since your memory, was one of the clearest ideas that there was in me, when I wanted to return to the city.
Being far away, I thought a lot about the human warmth of the people of Caracas, about its streets full of trees, about its cafes, about friends, and especially I thought about you. I remembered you, always cheerful and smiling when spring came, and the flowers bloomed and their many colors abounded. I also remembered you in the autumn, with your melancholy face, seeing how the diaspora divided friends.
I remembered you in the aroma and warmth, that coffee gave me in the mornings, and next to my mother's face, you were the most pleasant memory I had. I remember that I longed to return, and to see you, so that I could laugh and have fun as always. I remembered brushing your hair, and I remembered, how you placed your head on my thigh, when I read poetry to you.
I remembered, of the tears coming out of our eyes when we said goodbye, I remembered the look of the friends and the very heartfelt hugs, the good wishes and the laughter, together with the felt fears, before starting a path, which did not make much sense, because if it is true that my body was far away, my soul, my heart and my longings, were always here with you.
In my long-cherished dreams of return, you always accompanied me, and now that I have returned to your side, my soul is filled with joy, because before looking for you I found you. Now that I greet you, kiss you and embrace you, I feel that, with the warmth and security that your presence gives me, that my diaspora is over and that being with you, I know that I am at home.
Thank you very much for reading me.