Relato: Tiendas en línea

Alicia suspiró hondamente mientras recogía de la mesa los stickers que fotografió para su venta en las redes sociales.

Acomodándose en la silla, levantó la mirada hacia el techo colorido de la biblioteca, lugar en donde se encontraba en ese momento.

Desde que inició su pequeño emprendimiento, Alicia se sumergió en un aprendizaje constante sobre cómo obtener a los primeros clientes, aunque empezó a considerar en inscribirse a unos cursos de esos que últimamente aparecían en su página de inicio de cada red social, así como reflexionar qué tan buena idea es colocar una tienda en línea.

La última idea no sonaba mal si ella fuera una artista que se enfocaba en diseñar y vender su propia papelería. Incluso podría usar esa plataforma más adelante para promover las famosas cajas misteriosas que tanto ha visto en aquella plataforma de videos que visita con regularidad. Pero necesitaría una cantidad particularmente grande de productos para que pudiera darse abasto con los pedidos que llegaran, y puede que pudiera aceptar solicitudes de seguidores que quieren ver cómo empaqueta su pedido.

Lo último no sonaba mal; nada más requeriría su teléfono, una trípode, un aro de luz y un espacio en donde pueda realizar esos empaques sin las constantes interrupciones de casa. Quizás atraería nuevos clientes y el ritmo del negocio aumentaría. Y si todo marchaba bien, podría dar de alta su negocio en Hacienda para evitarse problemas con los pagos de impuestos, porque de eso nadie se escapa, ni siquiera una mujer que apenas gana lo necesario para darse algún gustito mientras viva en casa de su abuela.

La tienda en línea puede esperar, concluyó mientras empezaba a redactar los anuncios de sus productos. Por mientras, a seguir esforzándome.