[ESP] Si yo fuera presidente

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    Si yo fuera presidente

    ¡Ay, no! Ese maldito despertador está sonando otra vez. ¿Por qué tiene que ser tan temprano? Si yo fuera presidente, los niños no tendríamos que levantarnos a estas horas inhumanas. Las clases empezarían a las diez, ¡como mínimo!

    Cada mañana, mi madre entra en mi habitación y me dice con voz alegre: «¡Buenos días, campeón! ¡Es hora de ir al colegio!». ¿Buenos días? ¿Para quién, mami? Para mí es una tortura.



    Así que con los ojos medio cerrados salgo de la cama como un zombi, arrastrando los pies desde mi habitación hasta el baño. Incluso la mayoría de las veces me doy en el codo con el pomo de la puerta y susurro molesto bárbaras palabrotas matutinas que no son nada simpáticas para un niño de mi edad. Afortunadamente nadie me escucha.

    Entonces me detengo frente al espejo y admiro lo guapo que soy, en serio soy el más lindo de mis hermanos. En fin, mientras me cepillo los dientes, pienso en lo injusto que es todo esto. Si yo fuera presidente, los niños tendrían derecho a dormir hasta tarde. ¡Y los adultos tendrían que llevarnos al colegio en limusina después de las diez! Sí, eso suena bien.

    Cuando me siento a comer, sé lo que dirá papá: el desayuno es el alimento más importante del día, campeón. Claro, claro, pero ¿y el sueño? ¡Dormir también es importante! Si yo fuera presidente, habría una ley para que todo el mundo durmiera al menos diez horas.

    Finalmente, tras escapar de los besos de mi madre y mi abuela que ya no tiene diente, salgo de casa con mi mochila que pesa más que yo. Camino un largo trecho hacia el colegio pensando en mi campaña presidencial. «Vota por mí y ya no tendrás que madrugar». Sería el presidente más popular de la escuela y de la historia.



    Y no solamente eso, también haría otras cosas increíbles como:

    • Recreo ilimitado: sin clases aburridas, ¡únicamente juegos y diversión!

    • Comida basura: En mi gobierno, la cafetería solamente serviría pizza, hamburguesas, helados y dulces. ¡Adiós a las verduras!

    • Videojuegos: matemáticas serían sustituidas por clases de videojuegos. ¡Aprenderíamos a sumar y restar mientras jugamos!

    • Mascotas: ¡Imagínate tener una jornada escolar con perros, gatos e incluso conejos!

    • Vacaciones extras.

    • Uniformes cómodos: ¡podríamos ir al colegio en pijama si quisiéramos!

    • Dormir: tendríamos una clase especial para echar la siesta después de comer.

    • Transporte: Los autobuses escolares serían como parques de atracciones sobre ruedas, con toboganes y juegos dentro.

    • Deberes: ¡Solo los haríamos si realmente quisiéramos!

    • Más tiempo para jugar: El tiempo de juego sería obligatorio.

    • Películas: Todas las semanas, una tarde de cine con palomitas y refrescos.

    • Clases de magia: Para aprender trucos increíbles y asombrar a todo el mundo.

    • Excursiones semanales: conocer lugares divertidos como parques de atracciones, zoológicos y playas.

    • Fiestas: Cada vez que un niño cumpla años, todos celebremos una fiesta en su honor con torta y regalos.
    • Clases de superhéroes: aprender a usar la capa y salvar el mundo entre recreo y recreo.

    • Profesores divertidos: sus clases deberán ser más divertidas, utilizando juegos, canciones y actividades interactivas.

    • Recreo para todos: Los profesores también tendrían recreo ilimitado. Podrían jugar con nosotros o descansar mientras jugamos.

    Y de repente me cae un mango en la cabeza, y casi me parte el cráneo en dos. Mientras me froto, sigo caminando hacia el colegio, y me imagino a todos mis compañeros votándome y vitoreando mi nombre. ¡Sería el mejor presidente del mundo!

    En fin, me doy cuenta de que he llegado a mi salón porque veo a mi profesor, el Sr. Martines, que me mira con una sonrisa. «Buenos días, pequeño soñador, ya baja los brazos que te darán calambres», dice en tono de broma. Le devuelvo la sonrisa y pienso: «Si yo fuera presidente, hasta usted sería más feliz».

    Ya en mi pupitre listo para afrontar otro día de colegio, con una sonrisa en la cara y un montón de ideas locas en la cabeza. Porque aunque no sea presidente (todavía), siempre puedo soñar con un mundo en el que los niños manden y la diversión nunca termine.


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