El Diodo y el amor ideal + el arte de María

Si algún día escribo un libro sobre amor, comenzare explicando la base de la electrónica: los diodos, y su pequeño margen de error que los hace imperfectos.

El amor y el diodo tienen mucho en común, ambos tienen una versión ideal.

Pensamos que el diodo funcionaria como un interruptor. Un dispositivo conductor de corriente capaz de dirigirla en un solo sentido, y bloquearla en el opuesto.

Ingenuamente creímos que el amor sería igual, un conductor directito a la felicidad, que no permitiría paso a su contraparte, el dolor.

Pero la realidad es que ambos conceptos ideales, son solo eso, un ideal. El diodo al recibir cierta cantidad de corriente en polarización inversa, llega a algo llamado “punto de avalancha” (o región Zener), en el que, por unos escasos segundos, la corriente cambia de dirección, e inmediatamente de va al suelo. El diodo deja de funcionar, y básicamente, muere.

En el amor pasa algo parecido… Empieza a doler en algún punto, tan fuerte, que luego se esfuma la felicidad, y morimos nosotros con él.

If one day I write a book about love, I will begin by explaining the basis of electronics: diodes, and their small margin of error that makes them imperfect.

Love and the diode have a lot in common, both have an ideal version.

We thought that the diode would work as a switch. A current-conducting device capable of directing it in one direction, and blocking it in the opposite direction.

We naively believed that love would be the same, a direct driver to happiness, which would not allow passage to its counterpart, pain.

But the reality is that both ideal concepts are just that, an ideal. The diode, upon receiving a certain amount of current in reverse bias, reaches something called the “avalanche point” (or Zener region), in which, for a few seconds, the current changes direction, and immediately goes to the ground. The diode stops working, and basically, dies.

Something similar happens in love... It starts to hurt at some point, so hard, that then the happiness disappears, and we die with it.