Looking for a home for Max ¦¦ Buscando un hogar para Max [ENG/ESP]

in voilk •  14 days ago

    It was a sunny day at the "El Hogar de los Peludos" animal shelter. Among the barking and meowing that filled the air, a small puppy with dark brown fur and a white spot on its chest stood out among them all. His name was Max, and although he was barely three months old, he had already been through more than any being so small should experience. He had been found alone and shivering in the rain on a deserted street. Since then, the shelter's caretakers had taken care of him with all the love in the world.

    Max had a special spark: he was mischievous and playful, but his sweet and tender look would melt anyone. He loved running around behind the windblown leaves and curling up in his little bed when the day was over. But every night he looked toward the door of the shelter, as if he were waiting for someone to come for him.

    One day, Laura, a shelter volunteer, decided it was time to find him a forever home. He took a photo of Max, sitting with his ears up and that white spot on his chest that made him unique. "Looking for adoptive parents for this beautiful puppy," he wrote in the post he uploaded to social media. "He is a little boy full of love, waiting for his family forever."

    The post soon attracted the attention of many people. Among the messages, one caught our attention: that of Ana and Roberto, a couple who had lost their dog some time ago. At first, they thought they weren't ready for another partner, but something in Max's eyes, that mix of sweetness and hope, made them change their minds.

    When the day came to meet him, Max was especially excited. As soon as he saw Ana and Roberto, he ran towards them, wagging his tail so fast that it seemed like he was going to take off. Ana bent down and Max snuggled against her, while Roberto couldn't stop smiling. "Look at that little spot on his chest, it's like it was made for us," Roberto said tenderly.

    After a brief interview and the necessary paperwork, Ana and Roberto took Max home. There, Max discovered a garden full of flowers, new toys and a large bed that soon became his favorite corner. But what he liked most was the company of Ana and Roberto, who filled him with love and caresses every day.

    Max was no longer looking at any door. Now he knew that he had found his place in the world, a home where that white spot on his chest shone as a reminder that he was unique and loved.

    Era un día soleado en el refugio de animales "El Hogar de los Peludos". Entre los ladridos y maullidos que llenaban el aire, un pequeño cachorro de pelaje marrón oscuro y una mancha blanca en el pecho destacaba entre todos. Su nombre era Max, y aunque apenas tenía tres meses, ya había pasado por más de lo que cualquier ser tan pequeño debería experimentar. Había sido encontrado solo y temblando bajo la lluvia en una calle desierta. Desde entonces, los cuidadores del refugio se habían encargado de él con todo el cariño del mundo.

    Max tenía una chispa especial: era travieso y juguetón, pero su mirada dulce y tierna derretía a cualquiera. Le encantaba corretear detrás de las hojas que el viento arrastraba y acurrucarse en su pequeña cama cuando el día terminaba. Pero todas las noches miraba hacia la puerta del refugio, como si estuviera esperando a que alguien llegara por él.

    Un día, Laura, una voluntaria del refugio, decidió que era hora de buscarle un hogar definitivo. Tomó una foto de Max, sentado con las orejas alzadas y esa mancha blanca en el pecho que lo hacía único. "Buscando padres adoptivos para este hermoso cachorro", escribió en la publicación que subió a las redes sociales. "Es un pequeño lleno de amor, esperando a su familia para siempre."

    La publicación pronto atrajo la atención de muchas personas. Entre los mensajes, uno llamó la atención: el de Ana y Roberto, una pareja que había perdido a su perro hacía un tiempo. Al principio, pensaron que no estaban listos para otro compañero, pero algo en la mirada de Max, esa mezcla de dulzura y esperanza, los hizo cambiar de opinión.

    Cuando llegó el día de conocerlo, Max estaba especialmente emocionado. En cuanto vio a Ana y Roberto, corrió hacia ellos moviendo la cola tan rápido que parecía que iba a despegar. Ana se agachó y Max se acurrucó contra ella, mientras Roberto no podía dejar de sonreír. "Mira esa manchita en el pecho, es como si estuviera hecho para nosotros", dijo Roberto con ternura.

    Después de una breve entrevista y los trámites necesarios, Ana y Roberto llevaron a Max a su casa. Allí, Max descubrió un jardín lleno de flores, juguetes nuevos y una cama grande que pronto se convirtió en su rincón favorito. Pero lo que más le gustaba era la compañía de Ana y Roberto, quienes lo llenaban de amor y caricias cada día.

    Max ya no miraba hacia ninguna puerta. Ahora sabía que había encontrado su lugar en el mundo, un hogar donde esa mancha blanca en su pecho brillaba como un recordatorio de que era único y amado.

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