Oh little one, I can see how hard you are trying to play this violin well. Don't worry, because I'm already feeling the beautiful melody you'll create with it.
Emma is an eight-year-old girl who is very polite and mature for her age. Before he died, her grandfather gave her a magic violin. The melody emanating from his violin can alleviate any ailment or sadness that people and animals may feel. For this magic to take effect, Emma must play the instrument correctly.
Every morning, the little girl would sit in the corner of her room and concentrate on reaching the enchanting tune that would remove all sorrows. She was determined to become an excellent violinist and to be worthy of the gift her grandfather had left her. Every day she demanded too much of herself and it didn't work out. Poor little girl!
One morning, a fledgling bird, which apparently had been trying to learn to fly, lost its nesting direction. It landed on Emma's window wall and began to chirp in despair.
The little girl quickly approached him and noticed that he had a broken wing, which prevented him from resuming his flight. The little bird whistled and whistled, perhaps calling its mother, who was nowhere to be seen.
—What a clueless mother bird who doesn't hear her baby cry — exclaimed the little girl angrily.
Emma felt so sorry for the little bird that she felt a great need to play her magic violin correctly and relieve the pain of her unexpected visitor.
She placed the instrument between her collarbone and chin. His left arm placed it in such a way that it formed a right angle with his body. He felt that his fingers were sore from so many hours of practice; still, he moved them over the fingerboard, but the sound that was heard was so terrifying that it silenced the little bird for a few seconds. What a misfortune!
Discouraged, the girl tried a second time and, this time, the sound seemed to mimic the meowing of a cat in pain, which caused her neighbor's dog to start barking hastily.
The girl, stopped playing and blamed the violin for her lack of talent. Then, a thick blue foam appeared in the middle of her room, and behind her, a beautiful old lady dressed in colorful robes.
—Good morning, my dear Emma — said the little old lady in a tender voice.
The little girl looked at her with surprise and her mouth wide open.
—I am the music fairy and I felt from my little house that I should pay you this visit — she continued. Mmm, I see you have difficulty in using your treasure —she looked carefully at the violin. Do you want me to tell you the secret of playing it?
The girl nodded quickly and the fairy, who only appears when an artist is totally desperate, smiled sweetly.
—This violin does not require the best technique. What you play must come from your heart. Think about what you love most and create the music —the old woman explained.
Emma obeyed. She picked up her violin and took her mind back to the past: a spring afternoon at an amusement park where her grandfather had taken her. Emma was very happy that day and remembered how much she loved and missed that family member who was no longer with her. That thought made her cry and in tears she began to play the magic violin.
The music played was so soothing that those who were sad or suffering stopped. The little bird's wing miraculously healed, allowing it to resume its flight with its mother. Magically too, Emma's tears disappeared from her face. She understood that her grandfather had not only left her a valuable gift, but also a great comfort in his absence.
Thus, the music fairy disappeared, dancing back and forth to the rhythm of the melody. A transparent blue foam covered her and Emma never saw her again. From that moment on, the girl always played from the heart and became a very famous violinist in her adulthood, whose music had the power to bring happiness to the world.
Emma es una niña de ocho años muy educada y madura para su edad. Antes de morir, su abuelo le regaló un violín mágico. La melodía que emana de su violín puede aliviar cualquier dolencia o tristeza que las personas y los animales puedan sentir. Para que esta magia surta efecto, Emma debe tocar el instrumento correctamente.
Cada mañana, la niña se sentaba en un rincón de su habitación y se concentraba en alcanzar la tonada encantadora que eliminaría todos los pesares. Ella estaba decidida a convertirse en una excelente violinista y en ser merecedora del regalo que le había dejado su abuelo. Todos los días se exigía demasiado y no le salía. ¡Pobre pequeña!
Una mañana, un pajarito novato, que al parecer, había estado tratando de aprender a volar, perdió la dirección de su nido. Cayó en el muro de la ventana de Emma y comenzó a trinar con desesperación .
La niña, se acercó a él rápidamente y notó que tenía un ala rota, lo que le impedía retomar su vuelo. El pajarito silbaba y silbaba, tal ves llamando a su mamá, quien no aparecía por ningún lugar.
—¡Qué ave madre tan despistada que no escucha a su bebé llorar! — exclamó la pequeña con enojo.
Emma sintió tanta pena por el pajarito que experimentó una gran necesidad de tocar correctamente su violín mágico y aliviar el dolor de su inesperado visitante.
Colocó el instrumento entre su clavícula y la barbilla. Su brazo izquierdo lo puso de tal manera que formó un angulo recto con el cuerpo. Sentía que sus dedos estaban adoloridos por tantas horas de práctica; aún así, los movió sobre el diapasón, pero el sonido que se escuchó fue tan aterrador que hizo callar al pajarito por unos segundos. ¡Qué desgracia!
Desanimada, la niña volvió a intentarlo por segunda vez y, en esta ocasión, el sonido pareció imitar el maullido de un gato que estaba sufriendo, lo que hizo que el perro de su vecina comenzara a ladrar precipitadamente.
La niña, dejó de tocar y culpó al violín por su falta de talento. Entonces, una espuma azul espesa apareció en medio de su cuarto, y tras ella, una bella ancianita vestida con túnicas coloridas.
—Buen día, mi querida Emma — dijo la ancianita con voz tierna.
La niña la miró con sorpresa y la boca muy abierta.
—Soy el hada de la música y sentí desde mi casita que debía hacerte esta visita. — continuó diciendo. Mmm, veo que tienes dificultad en usar tu tesoro- miró detenidamente el violín. ¿Deseas que te diga cuál es el secreto para tocarlo?
La niña asintió rápidamente ,y el hada, quien solo aparece cuando un artista está totalmente desesperado, sonrió con dulzura.
—Este violín no requiere de la mejor técnica. Lo que tocarás debe salir de tu corazón. Piensa en lo que más amas y crea la música — explicó la anciana.
Emma obedeció. Levantó su violín y llevó su mente al pasado: una tarde de primavera en un parque de diversiones a la que la había llevado su abuelo. Emma estaba muy feliz ese día y recordó cuánto amaba y extrañaba a ese familiar que ya no estaba junto a ella. Ese pensamiento la hizo llorar y entre lágrimas comenzó a tocar el violín mágico.
La música que se escuchó fue tan relajante que aquellos que estaban triste o sufriendo dejaron de hacerlo. El ala del pajarito se curó milagrosamente, lo que le permitió retomar su vuelo junto a su mamá. Mágicamente también, las lágrimas de Emma desaparecieron de su rostro. Ella entendió que su abuelo no solo le había dejado un valioso regalo, también, un gran consuelo ante su ausencia.
Así, desapareció el hada de la música, danzando de un lado hacia otro al ritmo de la melodía. Una espuma azul transparente la cubrió y Emma nunca más la volvió a ver. A partir de ese momento, la niña siempre tocaba con el corazón y se volvió una violinista muy famosa en su adultez, cuya música tenía el poder de traer felicidad al mundo.
