El dia de ayer se llevo a cabo la competencia preliminar del miss universo, luego de este evento escuche por una red social una conversación entre fanáticos que comentaban: ¿Vieron con cuanta seguridad esas mujeres cuando salieron a desfilar en traje de baño? Eran como guerreras amazónicas, pisando fuerte la pasarela con una seguridad que parecía irradiar de sus poros. Esto me hizo analizar mucho, pues, ¿era todo lo que parecía? Porque mientras las veía, no podía evitar preguntarme: ¿realmente se sentían así de seguras o era solo una pose, una máscara para el mundo?
Y es que, en el fondo, todos hemos estado ahí. En esa situación en la que nos toca ponernos una coraza de seguridad para enfrentar el día a día, para una presentación importante, una cita, o simplemente para salir a la calle. Pero, ¿qué hay detrás de esa fachada? ¿Es la seguridad un don innato que algunas personas tienen y otras no? ¿O es algo que se puede cultivar, como un jardín que florece con los cuidados adecuados?
Yo creo que la seguridad es un poco de ambas cosas. Es cierto que hay personas que parecen nacer con una confianza inquebrantable, como si llevaran un aura de seguridad a donde quiera que vayan. Pero también creo firmemente que la seguridad es una habilidad que se puede desarrollar. Al igual que aprendemos a tocar un instrumento o a hablar un nuevo idioma, podemos aprender a sentirnos más seguros de nosotros mismos.
Recuerdo cuando era pequeña tenía compañeras que me comentaban que para exponer un trabajo en clase. ¡Se ponían tan nerviosa que le temblaban las piernas! Pero con el tiempo, y gracias a la práctica y a algunos consejos, aprendí a controlar esos nervios y a sentirme mucho más segura al hablar en público. Y es que, la seguridad, como cualquier otra habilidad, se fortalece con la práctica.
Pero la seguridad no solo se trata de grandes momentos como una presentación en público o una competencia. También se aplica a las pequeñas cosas de cada día. Cuando nos enfrentamos a un problema en el trabajo, cuando tenemos que tomar una decisión importante, cuando conocemos a alguien nuevo... en todas estas situaciones, nuestra seguridad juega un papel fundamental.
¿Y qué es lo que nos hace sentir seguros? La respuesta no es sencilla, ya que cada persona es un mundo. Pero creo que la autoestima es un pilar fundamental. Cuando nos valoramos y nos queremos a nosotros mismos, es mucho más fácil sentirnos seguros en cualquier situación. Además, las relaciones que tenemos con los demás también influyen mucho en cómo nos sentimos con respecto a nosotros mismos. Un comentario positivo, un apoyo incondicional, pueden hacernos sentir más fuertes y capaces.
En la era de las redes sociales, la imagen que proyectamos es más importante que nunca. Pero es importante recordar que lo que vemos en las fotos y los videos no siempre es la realidad. Todos tenemos nuestros momentos de inseguridad, nuestros miedos y nuestras dudas. Y eso está bien. Lo importante es aprender a aceptarnos tal y como somos, con nuestras fortalezas y nuestras debilidades.
La seguridad no es una meta a la que se llega y ya está. Es un camino que recorremos toda la vida, lleno de altibajos. Habrá momentos en los que nos sentiremos invencibles y otros en los que nos sentiremos pequeños y vulnerables. Lo importante es no rendirse y seguir trabajando en nosotros mismos.
La seguridad es un viaje, no un destino. Es un camino que recorremos a cada paso, enfrentando desafíos y celebrando victorias. Cada experiencia, cada logro, cada lección aprendida, nos acerca un poco más a sentirnos seguros y confiados en nosotros mismos. Así que, la próxima vez que te sientas inseguro, recuerda que todos pasamos por momentos así. Lo importante es levantarnos, aprender de nuestros errores y seguir adelante.
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