Se había obsesionado con él, observó su trayectoria en la tele, ignoró todas las advertencias, y esperó impaciente...
El fenómeno atmosférico es categoría cinco, el más potente conocido hasta ahora en la historia de la cuidad- dijo el señor del reporte del clima. Se le erizó la piel.
¡Por fin llegó el día! La gente abandonaba sus hogares con destino a evacuarse en lugares seguros, muchos otros aseguraban sus casas blindando toda entrada posible. Ella en cambio abrió puertas y ventanas, arregló y limpió todo como si esperara la visita más importante de su vida, no preparó víveres ni condiciones para resistir después del siniestro. Organizó todo un banquete de bienvenida. Llegado el momento se dirigió a la entrada y abrió los brazos en señal de recibimiento. Alzó la cabeza, abrió los ojos que hasta ahora permanecían cerrados por los nervios. Entonces lo vio, quedó petrificada ante el caos que estaba presenciando, estaba maravillada, incluso superaba sus expectativas.
¡ Llévame contigo !- gritó desesperada.
Él detuvo ojo sobre ella y se conmovió, nunca antes nadie había tenido semejante gesto. Se precipitó sobre su cuerpo, en una de sus ráfagas la levantó del suelo e hicieron el amor, devastaron la cuidad con su orgasmo. Flotaban sostenidos por los vientos, apretando entre sus manos el deseo de eternidad. Pero algo estaba mal, él comenzó a desfallecer. Habían olvidado que los huracanes solo están de paso y pierden su fuerza en tierra. Les tomó un momento aceptar su desgracia, se miraron por última vez y él, empujado por su propia naturaleza siguió su curso y se deshizo justo antes de llegar al mar.
Ella, asolada por la catástrofe que provocó su efímera aventura, se culpó, murió tantas veces ese día sabiéndolo desecho que ya ni siquiera sabe si está viva. Pasa sus días observando viejos reportajes de los destrozos dejados por él. Todavía siente espasmos cada vez que oye en las noticias al señor del reporte del clima.