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No podría decir en estas líneas cuál de ellos ha sido menor. A veces creo que mi corazón es como un hotel o una posada donde pueden morar, sin ser molestados, aquellos seres que me aman.
Hace días la volví a ver. Fue algo fugaz, como el portento del cielo abierto y cerrado en el segundo del relámpago, pero me hizo pensar en los distintos cruces que habría tomado mi vida de no haberse roto aquellas promesas... ¿Dónde estaría? ¿Cómo y qué sería? Me hizo pensar en la vida como en un tablero de ajedrez...
¡La vida es un ajedrez! Hay dos colores en contraste: mismas piezas, mismos movimientos, pero jugadas diferentes. Nosotros movemos una parte de las piezas, la vida mueve las otras, y debemos reaccionar según lo que sucede. Debemos analizar los pasos, ¡Debemos atacar unas veces, otras replegarse! Hay pasos irreversibles como el de los Peones, o escurridizos como el de los Caballos; hay rectas decisiones como las de las Torres y escapes diagonales tal cual los Alfiles; a veces corremos avasallantes como la Reina, y otras, paso a paso como el cauteloso Rey; hasta es posible cambiar lo que somos si llegamos a la meta… Lo cierto es que, muy latente, hay un Jaque Mate que buscamos o que nos espera.
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