Un saludo mis amores, bendiciones 💝 👪 quiero compartir en esta publicación, brevemente en estas hermosas imágenes como viví este lunes mi clase de constelaciones familiares, y esta vez nos tocó constelar la abundancia. La profe nos pidió que lleváramos algo de comida para compartir en una mesa especial, la "Mesa de la Abundancia", y la vibra de todo fue única, te lo juro 😊. Yo decidí llevar dos hallacas navideñas y un dulcito de tamarindo chino, que quedó perfecto entre tantas delicias que llevaron mis compañeros. No te imaginas la variedad de cosas, había de todo, desde postres hasta platos salados como pizza, espectaculares, deliciosos. Arrancamos la clase como siempre, con la profe explicándonos todo sobre la abundancia y cómo se mueve esa energía en nuestras vidas. Fue un tema profundo, porque nos hizo reflexionar sobre la abundancia más allá de lo material, de ver cómo las relaciones, el amor propio, y hasta las cosas pequeñas pueden ser fuentes de abundancia si uno aprende a valorarlas. Entre risas, escuchábamos atentamente, y más de uno terminó contando experiencias personales, esas que uno normalmente se guarda. La clase fluyó y, en verdad, se sintió una energía super linda y envolvente. Siento que todos estábamos en una misma sintonía, dispuestos a aprender y a soltar cualquier peso que nos aleje de la verdadera abundancia.
Cuando terminamos con la parte teórica, nos reunimos todos en la mesa. De verdad, cuando uno veía esa mesa llena, sentía una energía de gratitud brutal. Era imposible no sentirse bendecido al ver tanto plato rico, cada uno con la intención de compartir. El vino no faltó, así que brindamos, probamos de todo un poquito y, por supuesto, la conversación fluyó sabroso. Nos pusimos a hablar sobre todo lo que implica trabajar en las constelaciones familiares. Nos reímos, nos desahogamos, y más de uno soltó alguna historia cargada de esas que llegan directo al alma. Fue una especie de tertulia en la que todos participamos, hablando de lo que cada uno ha aprendido, de cómo nos ha cambiado el estar aquí y estudiar juntos. Y sí, también nos reímos un montón de las cosas que a veces nos pasan en estas clases, porque aunque se toque temas profundos, siempre hay momentos de ligereza que te hacen sentir que estás entre panas.
En resumen, fue una tarde de pura abundancia en el sentido más amplio de la palabra. No solo por la comida o el vino, sino porque cada conversación, cada risita y hasta los silencios que se colaron entre tema y tema, nos recordaron que la abundancia está en los detalles, en los afectos, en la buena compañía. Me fui a mi casa con el corazón lleno y esa sensación de que lo que uno siembra con buena intención, siempre regresa multiplicado.
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Greetings my loves, blessings 💝 👪 I want to share in this post, briefly in these beautiful images how I lived this Monday my family constellations class, and this time it was our turn to constellate abundance. The teacher asked us to bring some food to share at a special table, the "Table of Abundance", and the vibe of everything was unique, I swear 😊. I decided to bring two Christmas hallacas and a Chinese tamarind candy, which was perfect among so many delicacies that my classmates brought. You can't imagine the variety of things, there was everything, from desserts to savory dishes like pizza, spectacular, delicious. We started the class as always, with the teacher explaining everything about abundance and how that energy moves in our lives. It was a profound topic, because it made us reflect on abundance beyond the material, to see how relationships, self-love, and even small things can be sources of abundance if one learns to value them. Between laughs, we listened attentively, and more than one ended up telling personal experiences, those that one normally keeps to oneself. The class flowed and, truly, there was a super nice and enveloping energy. I feel that we were all on the same wavelength, willing to learn and to let go of any weight that distances us from true abundance.
When we finished with the theoretical part, we all gathered at the table. Truly, when one saw that table full, one felt a brutal energy of gratitude. It was impossible not to feel blessed when we saw so many delicious dishes, each one with the intention of sharing. There was no shortage of wine, so we toasted, tried a little bit of everything and, of course, the conversation flowed deliciously. We started talking about everything that working on family constellations entails. We laughed, we let off steam, and more than one of us told a story loaded with those that go straight to the soul. It was a kind of gathering in which we all participated, talking about what each one has learned, about how being here and studying together has changed us. And yes, we also laughed a lot about the things that sometimes happen to us in these classes, because even though deep topics are touched upon, there are always moments of lightness that make you feel like you are among friends.
In short, it was an afternoon of pure abundance in the broadest sense of the word. Not only because of the food or the wine, but because every conversation, every laugh and even the silences that crept in between topics reminded us that abundance is in the details, in affection, in good company. I went home with a full heart and the feeling that what one sows with good intentions always comes back multiplied.
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