Este año han hecho varios cambios en el postgtado, ahora las rotaciones en cada servicio del hospital tienen una duración de 8 largas y eternas semanas. Mi última rotación fue en la emergencia pediatrica, un lugar tenido por muchos, dónde vivi experiencias desagradables, momentos duros, que probaron mi paciencia y me llevaron al límite. Está siempre ha sido la rotación más temida, es una de las más movidas, más algidas y mas traumáticas. Además está el hecho de que no es lo mismo vivirla de residente de primer nivel, cuando todo te perdonan, nada es directamente tu culpa porque estás aprendiendo, todo es nuevo y no entiendes nada; a recibirla este año siendo Residente de segundo nivel, dónde absolutamente todas las responsabilidades recaen sobre tua hombros, y claro esta, todo es culpa del R2.
Es curioso, pero aún y cuando tuve muchos momentos cumbres, tristes y donde me llene de ira, siento que crecí mucho a nivel personal, ya no siento tanto miedo de realizar procedimientos, tomo conductas con mayor seguridad, y bueno he desarrollado una fascinación por enseñar, por explicar a mis Residentes de primer año, que aunque a veces logran desesperarme, siempre me recuerdo que yo también estuve en esa posición de no no saber exactamente cuál es tu papel.
Desde que empecé a cambiar mis perspectiva de como deseo afrontar ciertas cosas, mi vida a mejorado, se siente como un pequeño alivio no tomar tantas luchas con cosas que antes me hacían demasiado ruido. Y así, transcurrieron 8 semanas entre idas y venidas, entre problemas y aprendizaje, entre tristezas y risas, el tiempo se fue volando, y hoy damos paso a una nueva rotación, una nueva perspectiva, siempre intentando dar lo mejor de mi misma para mis pacientes, porque al final de día, por ver esas pequeñas sonrisas y ver a mis niños sanos y saludables es que sigo cada día luchando.
No les voy a mentir, aún existen esos días en los que me levanto y quiero salir corriendo, que siento que no aguanto más, pero desde que decidí voluntariamente soltar todo aquello que no está en mis manos resolver, me siento mucho más feliz, y siento que las cosas en el hospital fluyen de mejor manera. Porque cuando te preocupas y sobre piensas las cosas, te centras más en la cantidad de problemas sin buscar soluciones, no se porque, pero todo se confabula para salir mal. Por eso mi mantra es resolver un problema a la vez, sin coger luchas ni centrarme en cosas que no se encuentra en mis manos resolver.
Lo bueno se acabó la emergencia pediatrica, lo malo vamos de vuelta al mundo neonatal, y ya este cuerpo y está mente después de 8 semanas olvidó lo que es un recién nacido. Es broma, solo que cuando te acostumbras a pediatría cambiar el chip a neonatología es un poco complicado, pero allá vamos, dándolo el todo por el todo. Por los momentos me despido, nos vemos en la siguiente publicación con más de mis aventuras nosocomiales.
