Sabemos que la lógica implacable de la vida es que, mientras que unos llegan, otros se van. Pero esa es una verdad que nos cuesta mucho asumir como hecho normal. En estos últimos días (en mi caso durante todo el año) hemos recibido "golpes" vallejianos, y nos hemos sabido inermes y carentes, suspendidos en una suerte de vacío.
Hoy supe del fallecimiento –ocurrido ayer– de la escritora de origen polaco Krina Ber, residenciada en el país desde hace muchos años (1975) y consustanciada con Venezuela tan vitalmente, que ojalá muchos venezolanos de nacimiento tuvieran esa actitud con la que vivió Krina (me permito tutearla) a este país.
Podrán informarse más completamente de su vida en la referencia arriba copiada, mas me siento en la necesidad de indicar que fue autora de Cuentos con agujeros (2005), Para no perder el hilo (2009), Nube de Polvo (2015), La Hora Perdida (2015) y Ficciones Asesinas (2021). También recibió varios premios, ente ellos: Premio «Obras de Autores Inéditos» de Monte Ávila Editores (2004), Premio de Cuentos de El Nacional (2007), Premio de la Crítica a la novela del año por Nube de polvo (2016), Premio Anual Transgenérico de la Fundación para la Cultura Urbana por Ficciones Asesinas (2020).
Me acerqué a la obra de Krina Ber un poco por azar. Viviendo en Cumaná, fuera de la dinámica literaria citadina, y con las dificultades económicas y de acceso a libros que han marcado las dos últimas décadas, sólo pude acceder a sus libros de cuentos. Tengo pendiente sus novelas. De su libro Cuentos con agujeros, que es el que he leído con suma atención, recomiendo particularmente "Benjamín y la caminadora", "Los milagros no ocurren en la cola" y "Las recogelatas".
Hace varios años asesoré una tesis de pregrado de una aventajada alumna de la mención Castellano y Literatura de la carrera Educación (Universidad de Oriente). Yo había leído hacía poco el libro de Krina Ber, Cuentos con agujeros, y sus historias, tan bien narradas, y de una gran actualidad, me atrajeron especialmente. De modo que propuse a esta alumna trabajar ese libro. La tesis no sólo fue aprobada, sino recomendada para publicación. Pero, aparte de que eso difícilmente se cumple, después vino el arrase de nuestra universidad. Quiero recordar ese momento, pues tengo muy presente que Krina Ber, a quien no conocía personalmente, y por supuesto, mi asesorada menos, tuvo una atención de gran amabilidad y apoyo.
Como no es posible (o recomendable) reproducir cuentos de larga extensión aquí, sólo dejo unos enlaces en Referencias.
Sí me gustaría citar unas líneas de uno de sus cuentos: "Los milagros no ocurren en las colas", para cerrar este modesto post en su memoria:
(...) y siento que la realidad se cae a pedazos y la frontera está cerca otra vez".
Referencias: