—Te juro que no fue mi intención dijo ella con un hilo de voz.
—Claro que no lo fue —Carlos respiró profundamente.
—Siento que no me crees.
—Tu credibilidad ahora es lo menos importante.
—¿Es que no lo entiendes?
—¿Qué cosa? ¿Que fue un "desliz"? Sí, sí lo entiendo, como también entiendo que no voy a poder confiar más en ti.
—¿De verdad? ¿Después de tanto tiempo de estar ahí en las malas y en las peores? ¿Que cuando estabas en lo más bajo era yo la única que te acompañaba? Era yo la única que se metía la soga al cuello contigo. ¿Qué clase de mierda me has salido?
—Sí, soy tremendo pedazo de mierda. ¿Es eso lo que quieres escuchar? ¿Así se te olvida lo que acabas de hacer?
Melissa ahogó un grito desesperado. Tras una mirada severa bajó la cabeza y comenzó a sollozar. El piso estaba frío. La claridad de la ventana era suficiente para que pudieran verse el uno al otro. Carlos acomodó la cabeza sobre sus piernas y comenzó a acariciarla suavemente.
—¿Qué haremos ahora?
—Huir.
—¡Coño, no dudaste ni un segundo! comentó y se sorbió la nariz.
—Este no es el mejor momento para dudar.
—¿Pero huimos así, sin más?
—Sí.
—¿Y dejamos todo aquí? ¿Cómo mismo está?
—¿Quieres hacer una fiesta de despedida?
—Eres un imbécil.
—Es que todavía no logro conectar nada. ¿Cómo fue que llegaste a este punto?
—Con mis pies.
—Estúpida.
—Yo también sé usar el sarcasmo.
—¿Quién es el tipo, Melissa?
—Era un italiano baboso. Al principio me caía bien. Por lo menos no era desagradable como la gran mayoría. Tomamos unas cuantas cervezas antes de venir... Te juro que fue un accidente.
—Ssssshhh. Suficientes detalles.
—Debí haberte hecho caso a ti y no al otro...
—Pero, como soy un gran pedazo de mierda, soy yo el que se está haciendo cargo contigo, no el otro.
—Cuando se entere me va a matar.
—No va a enterarse. Y si se entera va a ser demasiado tarde.
—¿Qué vamos a hacer por fin?
—Vamos a sacarlo.
—¿Estás seguro? ¿Y si alguien nos ve?
—A esta hora no debe haber nadie despierto. Salimos por la puerta de emergencia y terminamos en el patio.
—¿Y después?
—Arrancamos y nos vamos. Te voy a dejar un dinero. Vuela urgente para Nicaragua. Yo me haré el loco y en dos meses te busco allá. Te puedo dejar en contacto con mi socio para que sigas luchando la vida.
—¿Por qué todo tiene que ser tan difícil?
—Traté de explicártelo de la manera más sencilla posible.
—No me refiero a eso. ¿Te has dado cuenta? Mira la cantidad de problemas en los que me veo. Un error me puede costar la vida. Lo que tanto he soñado, irme del país, me llega de la peor manera posible.
—No cometiste un error. Cometiste un asesinato.
—¡Que yo no maté a nadie, coño!
—¿Y entonces?
—Estábamos jugando y yo... yo lo empujé para que él cayera en la bañera... Pero se resbaló y se golpeó la cabeza. ¡No fue mi culpa!
—¡Cállate ya, cojone! Ve recogiendo las cosas. Vamos a acabar esto ya.
Carlos atravesó el apartamento con una sábana oscura en la mano. Abrió el baño y se le heló la sangre.
—Melissa... Aquí no hay nadie...
Una dosis de suspenso nunca viene mal 😅. Espero que hayan disfrutado el cuento. La foto utilizada es de mi propiedad. ¡Saludos!