Mejorando mi post anterior, que salió sin que lo decidiera.
Hablan hoy del "Portal 11:11". No tengo acercamiento a esas conjeturas astronómicas y esotéricas. No es que las deseche, sino que no poseo conocimiento de ellas. Por supuesto, respeto a los que sí saben y confían en tales visiones.
Luego de reconocer esta coincidencia numérica —gracias a una amiga que se encarga de informarme de estas "curiosidades", por decirlo de algún modo—, reparé en su significación para mí, en lo estrictamente individual, más en lo material.
A casi 4 días de poder percibir esa "dádiva" bautizada como "bono contra la guerra económica", que suele depositarse el 15 de cada mes, respiré profundo, y, con algo de taquicardia, me dije. "José, tómatela con calma" (por supuesto, no hay whisky ni nada parecido).
Gracias a los poquísimos hbd acumulados, por la pírrica votación que recibo, pude comprar algo para mi manutención. ¡Aleluya!
Los venezolanos, y en particular los profesionales, estamos sometidos a un estado de pobreza crítica (no tiene otro nombre). Luego de tantos años de servicio, solo percibimos de sueldo algo como 16 dólares mensuales, cuando la cesta alimentaria calculada por organismos responsables supera los $500.
Amigos o gente conocida (ni hablar de los desconocidos) sufren esta aguda realidad, que los lleva a acudir a campañas de solidaridad, lo que no sería necesario en un país como el nuestro, de tantas riquezas e ingresos financieros. Hospitales o ambulatorios no cuentan con los recursos para dar debida atención. No hablo en general; me ha tocado dos veces en estos dos últimos años ser testigo de esa enorme precariedad, que en uno de los casos, terminó en la muerte de mi querido sobrino político.
Estamos "expuestos", dice la expresión popular. ¿Qué podemos hacer? Más allá de nuestro afán personal, solo empujar el cambio necesario.