Si les soy sincera, he estado un poco cansada, definitivamente las cosas a nuestro alrededor impactan de manera significativa en nuestra salud mental. A pesar de todo, he intentado aferrarme al arte y a Hive como si mi vida dependiera de ello. Así que, por eso, he estado larga parte de mis días intentando despejar mi mente a la vez que trato de practicar y mejorar en el arte; pero eso ha sido bastante complicado, porque cada vez, con más frecuencia, la frustración toca mi puerta insistentemente.

Intento aprender y practicar en igual medida, pero cada vez que nuevo conocimiento entra en mi cabeza, con igual rapidez se desliza lejos, tan lejos que no puedo alcanzarlo ni siquiera con la punta de mis dedos. El papel yace en mi regazo, garabateado con figuras que apenas parecen ser humanas, mientras que la voz de la exigencia en mi cabeza me grita por más cosas que aprender, más palabras que escribir, más obras por crear, y no duda en mostrar los nulos avances que he logrado; estancados en cero desde que mi vida comenzó.

Intento hacer arte para desahogarme, pero siento que hace mucho tiempo perdí la capacidad de crear algo para expresarme, si es que en algún momento la tuve. Añoro esos días en los cuales inventar algo era tan fácil como tomar un lápiz y papel en medio de las aburridas clases. Cuando para escribir una historia bastaba con cerrar los ojos y mirar un mundo de fantasía que se desarrollaba en el vasto mundo de mi imaginación, llamándome para que entre a reunirme con ellos, y jugar, y bailar, y gritar, y ser libre en el lugar más imposible en el que puedas pensar. Cuando para crear un post simplemente me preguntaba a mí misma “¿qué piensas?” Y había una larga respuesta por dar, muchos sentimientos para decir y palabras para inspirar.

Ahora miro el mundo allá afuera, buscando por inspiración, y luce tan enorme, tan amenazante, como un depredador que estuviese a punto de saltar sobre mí. Pienso en aquella canción que dice que, en estos días, las estrellas están fuera de nuestro alcance. Creo que esa canción intentaba advertirnos sobre ese futuro tan desalentador, más incierto que nunca; hasta caminar por una calle solitaria, ausente de cualquier iluminación, incluso de la luna, me resultaría más esperanzador que mirar el mundo que me rodea. Por eso digo, es imposible no ser afectada por lo que ocurre a mi alrededor.

Pero aún fuera del mundo que me rodea, está mi propia mente. Al cerrar los ojos, el vacío es lo único que miro. No hay mundos de fantasía llamándome, y me siento totalmente incapaz de evocar alguno. Ahora siento que quiero correr, y gritar, y escapar, e intentar ser libre de mi propia mente vacía. Intento llenarla de color, pero todo se me parece al blanco y negro.

A veces siento que puedo saber donde estuvieron los antes y después en mi vida, sucesos que me hicieron crecer y madurar poco a poco, donde de cierta forma mi creatividad agonizó lentamente en un fuego frío, dejando las cenizas que conforman mi cabeza vacía ahora; la muerte, la decepción, la frustración, la sobreexigencia, el dolor… Y no solo a mí, sino, nuevamente, ver como cada una de estas cosas afectó a las demás personas a mi alrededor también, haciéndolas más apagadas, porfiadas, grises, tristes, amargadas… En fin.

Eso solo me hace pensar que quizá crecer, madurar y ver el mundo a nuestro alrededor, termina por matar nuestra creatividad. Estás tan ocupado con seguir reglas, vivir como puedes y no como quieres, y preocupándote por como el mundo arde en llamas sin poderlo detener. No eres capaz de poder volver a pensar en aquel mundo lejano de fantasía, porque la realidad resulta más absorbente (y no de una buena manera) que cualquier historia épica o fantástica que la mente pueda imaginar. Quizá entonces pienso que no somos tan diferentes a las época de la regencia, donde existía un protocolo absurdo, incluso para respirar, porque las reglas sin sentido que la sociedad inventa, incluso para crear algo, resultan igual de opresivas y limitantes. Por ejemplo, pienso en las supuestas reglas que existen para hacer un dibujo de cualquier cosa: en los libros de arte te explican métodos y formas tan ridículamente limitantes, que se te olvida que el propósito principal era dibujar por gusto. ¿Por qué mecanizar todo? Somos de carne y hueso, pero más aún: estamos hechos de sentimientos.

Pero, después de escribir todo esto, puedo respirar, porque lo solté. Quizá no puedo borrar los sucesos que impactaron mi vida, pero puedo abrazarlos, aprender, y soltarlos; aunque es más fácil decirlo que hacerlo, pero la voluntad siempre es el primer paso. Tal vez soltar estas palabras es lo que me permitiría cambiar mi propia realidad, poco a poco, y aunque todo alrededor se esté quemando, puedo elegir vivir mi vida lo mejor que puedo cada día, porque aunque el futuro sea incierto, tampoco hay nada que se pueda hacer al respecto, y eso resulta liberador de cierta manera. Pero lo más importante, como dije, no es solo pensar en el mundo de afuera, sino también en el mundo que está dentro, en el corazón: no se olviden de que sus sentimientos importan, siempre importan, y sobre todo, no permitan que nadie los haga olvidarse de sentir.

Muchas gracias a la comunidad de #Catarsis por, una vez más, ser mi espacio donde puedo tomarme un respiro, y dejar huella de los pensamientos que rondan por mi cabeza. Sin nada más que añadir… Espero que se encuentren bien, y si no, que mejoren pronto. Un abrazo. Cuídense, tomen agua, y no se olviden de sonreír. ¡Se les quiere! Nos vemos en el próximo post, ¡chau!