No se me va el sentimiento y menos del pensamiento.
Lo sigo echando tanto, tanto de menos, que no puedo dejar de tener un pañuelo en el corazón.
Es tanto el dolor que por él siento, que un caudal de pena recorre todo mi ser cada vez que de él me acuerdo.
Maldita vida y maldito y maldigo a quien se lo llevó,
dejándonos solos y abandonados por alguien que dejarnos tan pronto nunca debió de hacerlo.
Por eso es que no puedo ser de Dios,
porque, si existiera, no habría permitido tanto dolor a quien nunca mereció de la vida tanto desprecio.
Así que desde este rincón,
amigo Javi… no puedo dejar de quererte, y más desde que no te veo.
Poema propio.
Fuente de la imagen... Propia