Monserrate is one of the most iconic places in Bogotá, a fixed tourist destination in almost every guide that can be found. Perhaps for that very reason, I tried to avoid it, but thanks to the insistence of a friend, which I appreciated later, I ended up taking the trip to Monserrate hill, a privileged place to enjoy a panoramic view of the city.
The ascent is made in a peculiar cable car. While it is modern, its design is different from the lower capacity cable car I know in Venezuela.
At the departure station, I was able to admire a beautiful garden with some indigenous archaeological motifs that connect this place with its most remote past.
I was surprised in the elevator by the speed with which one has a very vertical view of the city, something I did not expect so suddenly. In addition to the speed of the ascent, it seemed to have a slight distortion in the appreciation, perhaps due to the perspective or the height above 3,000 meters above sea level.
Up there, of course, there was a large viewpoint from where one could appreciate the vastness of the valley that the city of Bogotá occupies today. There was also a large area for selling souvenirs and typical food, which looked very attractive.
We bought a couple of souvenirs, took a regulatory tour, and set off on the return after being in the area for about an hour.
We returned on foot, which took us about an hour, but it went by very quickly thanks to the pleasant conversation with my travel companion.
During the descent, I was able to better appreciate the details of the natural environment surrounding the hill, with its lush vegetation and the cobblestone paths that wind along the slopes.
I cannot deny that I enjoyed the impressive view of the city that stretches across the entire horizon of that immense valley, and I thought a lot about the great transformation of that great cultural landscape over all these years.
Español
Ascenso al Cerro Monserrate. el icónico mirador de la montaña en de Bogotá
El Monserrate es uno de los lugares más emblemáticos de Bogotá, un destino turístico fijo en casi todas las guías que se puedan conocer. Quizás por esa misma razón trataba de evitarlo, pero gracias a la insistencia de un amigo, la cual agradecí más tarde, terminé tomando el paseo hacia el cerro Monserrate, un lugar privilegiado para disfrutar de una vista panorámica de la ciudad.
El ascenso se realiza en un peculiar teleférico. Si bien es moderno, es distinto en diseño al teleférico de menor capacidad que conozco en Venezuela.
En la estación de salida, pude admirar un bello jardín con algunos motivos arqueológicos indígenas que conectan este lugar con su pasado más remoto.
Me sorprendió en el ascensor la rapidez con la que se tiene una visual muy vertical de la ciudad, algo que no esperaba de manera tan repentina. Sumado a la velocidad del ascenso, parecía tener una ligera distorsión en la apreciación, quizás por la perspectiva o la altura sobre los 3000 metros sobre el nivel del mar.
Arriba, por supuesto, había un gran mirador desde donde se podía apreciar la vastedad del valle que hoy ocupa la ciudad de Bogotá. También había una gran zona de venta de souvenirs y de comida típica, que sinceramente se veía muy atractiva.
Compramos un par de recuerdos, dimos una vuelta reglamentaria y emprendimos el retorno después de estar aproximadamente una hora por los alrededores.
El regreso lo hicimos caminando, algo que nos tomó cerca de una hora, pero que pasó muy rápido gracias a la amena conversación con mi compañero de viaje.
Durante el descenso, pude apreciar mejor los detalles del entorno natural que rodea el cerro, con su frondosa vegetación y los senderos empedrados que serpentean por la ladera.
No puedo negar que disfruté de la impresionantes vista de la ciudad que se extiende por todo el horizonte de ese inmenso valle y pensé mucho en la gran transformación de ese gran paisaje cultural a través de todo estos años.