¿Cuántas lunas tienen que pasar para que al fin te vuelva a encontrar? ¿Cuántas lunas tengo que esperar, para estar juntos sin que ya nada nos pueda separar? Mi pregunta retumba sin cesar, intento inútilmente una respuesta encontrar.

Pero de algo no tengo dudas, sé muy bien que va a pasar, aunque el tiempo deba recorrer una gran distancia, y aunque, al parecer, la cantidad sea imposible de calcular.

¿Será en luna nueva, en luna llena o en cuarto creciente? La verdad, no lo sé. Y me duele en lo más profundo de mi ser tener que admitirlo. Reconocer que me siento perdido, aturdido y sin las fuerzas para reponerme, mucho menos para intentar descifrar el tiempo transcurrido, o el faltante.

Aunque quisiera ignorar por completo cada una de las fases de la luna, se me hace imposible no notar su presencia. Por eso, amo las lunas nuevas, porque son esos los únicos días en los que es imposible verla desde la tierra. Son esos los momentos en los que mi mente deja de contar, al menos una vez al mes, libertad y tranquilidad por algunos instantes.

¿Cuántas lunas han pasado? ¿Cuántas tienen que pasar? No es tan fácil este misterio descifrar. Intento no pensar en ello. No obstante, cada noche al ver la luna, mi mente no tiene más remedio que calcular y calcular, especialmente cuando se engalana de manera radiante, hermosa, espectacular. Así, justo como hoy.

Y si para cualquier persona es imposible ignorar la presencia de la luna, si incluso quienes no esperan nada fácilmente la pueden notar, ¿qué se puede esperar de mí, que llevo la cuenta de cada una de sus fases, anhelando el momento del regreso, y del fin de este penar?

Y, de todas, mi favorita es la luna llena, tanto que se me hace incomprensible que alguien no la quiera encontrar. Cada luna llena es para mí singular, cada vez que se muestra algo en mí revive, recordándome que un ciclo se ha cumplido, mostrándome que todo lo que inicia, bueno o malo, también tendrá su final, ese será su destino.

Luna llena no te escondas, por favor déjame verte, solo tú puedes curarme, alejarme de la muerte. Sé muy bien que llegarás, y ahí te estaré esperando, aunque tal vez, a diferencia de las oportunidades pasadas, no me puedas mirar. Y yo, aun con todo el deseo del mundo, en ese momento no te pueda tocar. Pero si de algo vale, puedes tener la completa seguridad, de que admiraré cada instante de ese día tan especial.

La hermosura de la luna y sus fases son simplemente maravillosas, llevándome a pensar en la vida, el amor y muchas otras cosas. Y ahora, en medio de esta infinita soledad, mi mente no hace más que preguntar y preguntar, de analizar cada suceso, tanto los que han ocurrido como los que ahora vendrán.

Y hoy, viendo esta hermosa luna, no hay mejor manera de mis emociones plasmar, que con pluma y papel ir describiendo mi pensar. Las lunas seguirán pasando, el tiempo continuará su andar, y llegará el reencuentro, y ya mi alma y mi mente nunca más tendrán que preguntar: ¿Cuántas lunas más tengo que esperar?

Reflexión: A veces no nos queda más remedio que esperar, dejar que el tiempo pase hasta recuperar u obtener algo de gran valor, como la felicidad o la libertad. En tales casos, qué bueno es contar con la escritura, la que ayuda a desahogar un poco y poder esperar con paciencia. Si también estás en esta situación, no desfallezcas que, si uno es constante y paciente, el éxito se puede alcanzar, sin importar cuantas lunas se tengan que ver pasar.