Curiously, the period of stay of the Bécquer brothers, Gustavo and Valeriano, in the Veruela monastery, occurred in the years between 1863 and 1865: precisely, those that determined one of the milestones that would change the historical drift of North America and by default, of the world, as was the Civil War between the states of the Union and the Confederacy. Although, by then, one of the greatest writers of fantasy and horror literature of all time, Edgar Allan Poe, had already died for some time, anyone would say, however, that his spirit had taken over the young man's fertile imagination. Gustavo, at that time, a correspondent in the newspaper 'El Contemporáneo', to pick up the gauntlet of some stories, in this case, based on the most surprising aspects of traditional folklore, which, years after the author died, would appear, with all their merit, among the most admired works of universal Literature.
It was at that time, moreover, when the world was shaken by the terrible death tolls with which the two armies bled each other in places like Shilloh, Bull Run or Gettysburg, while Mark Twain continued to offer the world the wonderful adventures of Tom Sawyer and Huckleberry Fynn, when the Bécquer brothers, protected by the circumstances of the terrible illness that plagued Gustavo, arrived at this enigmatic monastery of Veruela, located, like a metaphorical exorcism, on the edge of a supernatural environment marked by the presence of one of the most mysterious and legendary mountains, not only in Aragon, but also in the entire Spanish Peninsula, such as Moncayo, bringing out of the dust of History, all kinds of unique legends, protected by the shadow of some tombs and some unique ornamentations, in whose suggestive chiaroscuro, one day rested the mortal remains of notable abbots, such as López Marco or exponents of the royalty of Aragon, such as the infante Alfonso, son of King Jaime I, to the point of being able to speculate that Veruela, independently from neighboring Soria, constituted, with the attraction of its ancient mystery, the supernatural origin of that favorite son of Seville, who, for the world, was Gustavo Adolfo Bécquer.
Curiosamente, el periodo de estancia de los hermanos Bécquer, Gustavo y Valeriano, en el monasterio de Veruela, se produjo en los años comprendidos entre 1863 y 1865: precisamente, aquellos que determinaron uno de los hitos que habrían de cambiar la deriva histórica de Norteamérica y por defecto, del mundo, como fue la Guerra de Secesión entre los estados de la Unión y de la Confederación. Si bien, para entonces, ya llevaba algunos fallecido uno de los más grandes escritores de la literatura fantástica y de terror de todos los tiempos, Edgar Allan Poe, cualquiera diría, sin embargo, que su espíritu se había adueñado de la fértil imaginación del joven Gustavo, por aquél entonces, corresponsal en el periódico ‘El Contemporáneo’, para recoger el guante de unas historias, en este caso, basadas en lo más sorprendente del folklore tradicional, que, años después de fallecido el autor, figurarían, con todo merecimiento, entre las obras más admiradas de la Literatura universal.
Fue en esa época, además, cuando el mundo se estremecía con las terribles cifras de muertos con que los dos ejércitos se desangraban mutuamente en lugares como Shilloh, Bull Run o Gettysburg, mientras Mark Twain continuaba ofreciendo al mundo las maravillosas aventuras de Tom Sawyer y Huckleberry Fynn, cuando los hermanos Bécquer, amparados por las circunstancias de la terrible enfermedad que acosaba a Gustavo, llegaron a este enigmático monasterio de Veruela, situado, como un metafórico exorcismo, a la vera de un entorno sobrenatural marcado a fuego por la presencia de uno de los montes más misteriosos y legendarios, no sólo de Aragón, sino también de toda la Península española, como es el Moncayo, sacando del polvo de la Historia, todo tipo de singulares leyendas, amparados por la sombra de unos sepulcros y unas singulares ornamentaciones, en cuyos sugestivos claroscuros, reposaron un día los restos mortales de abades notables, como López Marco o exponentes de la realeza de Aragón, como el infante Alfonso, hijo del rey Jaime I, hasta el punto de poder especular de que Veruela, independientemente de la vecina Soria, constituyó, con el atractivo de su milenario misterio, el origen sobrenatural de aquel hijo predilecto de Sevilla, que, para el mundo, fue Gustavo Adolfo Bécquer.
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