Ayer me levanté sobresaltado, las letras danzaban en mi mente como enjambre enloquecido, colisionando entre sí, formando palabras indescifrables.
Corrí al baño a lavarme el rostro y sentí que todo era una conjunción de letras. Tomé una hoja para plasmar lo que veía y cada intento fue como caminar como un campo de minas, detonando en mí una terrible frustración.
No me considero un escritor prolífico, menos aún tengo un verbo ágil o pluma poética, pero nunca había sentido caer en un abismo creativo.
Las letras, mis amadas compañeras, y las palabras, mis amantes silenciosas, siempre fueron dóciles y juguetonas. Hoy se han convertido en seres rebeldes.
Tomé café y respiré hondo, buscando que este enjambre se calmara. Me metí a la ducha, donde el agua golpeando mi cuerpo sacudía este maremoto de letras. Allí el frío del agua se combinó con el escalofrío que recorrió mi cuerpo.
Intenté hablarme en voz alta y no pude. Mis palabras no fluían con la naturalidad de siempre, sino que se enredaban en mi boca como hiedra estrangulando mi lengua. Mis frases se tornaron balbuceos dubitativos. Tanto así que mi silencio se volvió elocuente, ahogando todo cuanto deseaba expresar.
La impotencia vistió mi casa.
Me acerqué a la computadora y la rabia me dominó al no ser capaz de coordinar dos palabras seguidas. Escribía incoherencias indescifrables, reflejando el torbellino que habitaba mi mente.
Desde ese día, las únicas letras que he podido escribir han sido estas.
Impotence dressed my house
Yesterday I woke up startled, the letters danced in my mind like a mad swarm, colliding with each other, forming indecipherable words.
I ran to the bathroom to wash my face and I felt that everything was a conjunction of letters. I took a sheet of paper to capture what I saw and each attempt was like walking through a minefield, triggering in me a terrible frustration.
I do not consider myself a prolific writer, even less I have an agile verb or poetic pen, but I had never felt myself falling into a creative abyss.
Letters, my beloved companions, and words, my silent lovers, have always been docile and playful. Today they have become rebellious beings.
I drank coffee and took a deep breath, looking for this swarm to calm down. I got into the shower, where the water hitting my body shook this tidal wave of letters. There the coldness of the water combined with the shiver that ran through my body.
I tried to speak aloud to myself and could not. My words did not flow as naturally as they always did, but tangled in my mouth like ivy strangling my tongue. My sentences became hesitant babblings. So much so that my silence became eloquent, choking everything I wished to express.
Helplessness filled my house.
I approached the computer and rage overcame me as I was unable to coordinate two words in a row. I typed indecipherable incoherence, reflecting the whirlwind that inhabited my mind.
Since that day, the only letters I have been able to write have been these.
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