Era un día soleado cuando Alberto decidió dejar su pequeño pueblo natal y aventurarse a la bulliciosa ciudad de Buenos Aires. Su corazón palpitaba de emoción ante la idea de reencontrarse con su novia, Valeria, a quien no veía desde hacía meses. Habían hecho planes de futuro juntos, soñado con un hogar, una vida compartida. Pero el destino, caprichoso como siempre, tenía otros planes.
Alberto llegó a la gran ciudad con una sonrisa en el rostro y un ramo de flores en las manos. El viaje había sido largo, pero su amor por Valeria lo mantenía lleno de energía. Sin embargo, al llegar al apartamento que compartían, su corazón se hizo trizas al ver una imagen que jamás olvidaría: Valeria en los brazos de otro hombre.

Confundido y con el corazón desgarrado, Alberto no hizo ruido alguno. Se limitó a dejar las flores en la puerta y se alejó lentamente, sus pasos resonando con el eco de su desilusión. No había necesidad de confrontaciones ni explicaciones; en ese instante, comprendió que todo había terminado.
El regreso a su país fue un viaje solitario, lleno de pensamientos y recuerdos. Cada kilómetro recorrido era una mezcla de tristeza y reflexión. Se preguntaba cómo había podido ser tan ingenuo, cómo había puesto todas sus esperanzas en una persona que, al final, no compartía su misma visión del amor.
Con el tiempo, Alberto encontró consuelo en sus amigos y en su familia. Aprendió a reconstruir su vida, a valorar su propia compañía y a descubrir nuevas pasiones que lo llenaran de alegría. Aunque su historia de amor en Buenos Aires había terminado de manera dolorosa, también le había enseñado una valiosa lección sobre la resiliencia y la importancia de seguir adelante, incluso cuando el corazón parece no poder más.
Y así, Alberto se levantó de las cenizas de su desilusión, convirtiéndose en una versión más fuerte y sabia de sí mismo, listo para enfrentar los retos que la vida le presentara con valentía y determinación. Aunque el recuerdo de Valeria siempre estaría allí, ya no era una sombra dolorosa, sino una página pasada en el libro de su vida, un recordatorio de que, a veces, lo que nos hace caer nos da la fuerza para volar más alto.
Foto(s) tomada(s) con mi smartphone Samsung Galaxy S22 Ultra.