En una acogedora casa con vistas al mar, vivía una gatita gris llamada Kisa. Era conocida por su carácter juguetón y su amor por las siestas en lugares inusuales. Pero su lugar favorito para dormir era el lavamanos del baño.
La historia de Kisa en el lavamanos comenzó una tarde de verano, cuando, tras una larga sesión de juegos con su pelota de estambre, descubrió que el lavamanos era el refugio perfecto. Era fresco, cómodo y, lo más importante, estaba justo al nivel de la ventana por donde entraba el sol.
Kisa pasaba horas enroscada en el lavamanos, soñando con aventuras en altamar y despertando solo para estirarse bajo los cálidos rayos del sol. Los miembros de la familia se acostumbraron a encontrarla allí, y a menudo se detenían para acariciar su suave pelaje antes de continuar con sus quehaceres.
Un día, la familia decidió remodelar el baño, y el viejo lavamanos tuvo que ser reemplazado. Kisa observaba con curiosidad mientras los trabajadores instalaban uno nuevo. Para su deleite, el nuevo lavamanos era aún más cómodo que el anterior, con bordes suaves perfectos para apoyar su cabeza.
La gatita juguetona había encontrado su pequeño paraíso personal, y cada vez que la familia buscaba a Kisa, sabían exactamente dónde encontrarla: dormitando felizmente en el lavamanos, con una pata colgando perezosamente y un ronroneo suave que llenaba la habitación de paz y felicidad. Y así, Kisa y su lavamanos se convirtieron en una historia querida y contada a menudo, recordando a todos la importancia de encontrar alegría en los pequeños placeres de la vida.
Foto tomada con mi smartphone Samsung Galaxy S22 Ultra.
