Kisa era una gatita atigrada de dos años con un espíritu intrépido y un corazón lleno de curiosidad. Vivía en una acogedora casa con su humana, Marta, que adoraba a Kisa por su energía y su carácter aventurero. Cada día, Kisa encontraba nuevas maneras de explorar su entorno, siempre en busca de algo emocionante.
Un soleado día de primavera, mientras el jardín estaba en pleno florecimiento, Kisa decidió que era el momento perfecto para una nueva aventura. Había oído un rumor entre los gatos del vecindario sobre un misterioso jardín detrás de la casa de la señora López, una anciana conocida por su amor a las plantas y su vasta colección de flores exóticas.
Impulsada por su insaciable curiosidad, Kisa se escabulló a través de la cerca que separaba su jardín del de la señora López. Allí, se encontró con un mundo de colores y aromas que nunca antes había experimentado. Las flores gigantescas y los arbustos fragantes formaban un laberinto natural que Kisa se dispuso a explorar.
Mientras se deslizaba entre las plantas, Kisa descubrió un pequeño estanque oculto en el corazón del jardín. En sus aguas cristalinas nadaban peces dorados, brillando bajo la luz del sol. Fascinada, Kisa se sentó en el borde, observando con atención cada movimiento de los peces. Intentó dar una o dos zarpadas para atraparlos, pero rápidamente se dio cuenta de que eran mucho más rápidos de lo que parecían.
Decidida a seguir explorando, Kisa continuó su viaje por el jardín. De repente, un movimiento rápido en los arbustos llamó su atención. Se acercó sigilosamente y, para su sorpresa, encontró a un grupo de pequeñas ardillas jugando entre las ramas. Las ardillas, alertadas por su presencia, se detuvieron por un momento para observarla, pero pronto continuaron con sus travesuras, saltando de rama en rama.
La tarde pasó rápidamente y Kisa, agotada pero satisfecha con sus descubrimientos, decidió que era hora de regresar a casa. Con su pelaje un poco despeinado y una sonrisa de gatita traviesa en su rostro, se escabulló de vuelta por la cerca, justo a tiempo para la cena.
Marta, al verla regresar, no pudo evitar reírse al ver a Kisa tan entusiasmada. Sabía que su pequeña atigrada había tenido otra gran aventura y se alegraba de que volviera a salvo. Mientras Kisa se acurrucaba en su cama favorita para una siesta bien merecida, soñaba con las maravillas que había encontrado en el jardín de la señora López y con las muchas aventuras que aún le esperaban.
Cada día con Kisa era una nueva historia, llena de sorpresas y descubrimientos. Y mientras tuviera su espíritu aventurero y su curiosidad insaciable, Kisa continuaría explorando el mundo, un jardín a la vez.
Foto(s) tomada(s) con mi smartphone Samsung Galaxy S22 Ultra.