Cristina se despertó en una habitación de hospital, rodeada por paredes blancas y el zumbido constante de las máquinas. El dolor en su abdomen era agudo, como si alguien hubiera colocado un puñal en su costado derecho. Parpadeó, tratando de recordar cómo había llegado allí.
La última imagen que tenía era la de su esposo, Juan, llamando al servicio de emergencias. El dolor había comenzado como un malestar leve, pero rápidamente se convirtió en una agonía insoportable. Los médicos le habían dicho que tenía una piedra en la vesícula, y que necesitaba una cirugía de emergencia.
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La operación había sido un torbellino. Cristina recordaba las luces brillantes del quirófano, el olor a desinfectante y la voz tranquilizadora del cirujano. Ahora, con los efectos de la anestesia desvaneciéndose, el dolor regresaba con fuerza.
La enfermera entró en la habitación y le sonrió. “¿Cómo te sientes, Cristina?”
“Como si me hubieran atropellado un camión”, respondió Cristina con una mueca. “¿La cirugía salió bien?”
La enfermera asintió. “Sí, todo salió según lo planeado. Pero hay algo que quiero mostrarte.” Se acercó a la cama y sostuvo una pequeña bolsa de plástico transparente. En su interior, descansaba una piedra de color amarillo pálido, de aproximadamente cinco milímetros de diámetro.
Cristina parpadeó, sorprendida. “¿Eso estaba dentro de mí?”
“Exactamente”, dijo la enfermera. “Esa pequeña piedra estaba bloqueando tu conducto biliar, causando todo ese dolor. Es increíble cómo algo tan diminuto puede causar tanto sufrimiento.”
Cristina miró la piedra con asombro. Pensó en todas las veces que había sentido molestias después de comer, sin sospechar que había un intruso en su interior. “¿Cómo pudo crecer tanto sin que me diera cuenta?”
La enfermera se encogió de hombros. “A veces, estas piedras se forman lentamente, sin síntomas evidentes. Pero ahora está fuera, y te sentirás mucho mejor.”
Cristina sonrió débilmente. “Supongo que debería agradecerle a la piedra por finalmente hacerse notar.”
La enfermera rió. “Sí, podríamos decir que te dio un recordatorio inolvidable. Ahora descansa, Cristina. Pronto estarás en casa, libre de esa piedra y lista para recuperarte.”
Foto(s) tomada(s) con mi smartphone Samsung Galaxy S22 Ultra.