El gato y su caja

in spanish •  4 months ago

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    En un pequeño apartamento en el corazón de la ciudad, vivía un gato llamado Kisa. Kisa no era una gata común; tenía una caja de cartón como su tesoro más preciado. La caja era modesta, con bordes desgastados y una etiqueta que decía “Fragilidad: Manejar con Cuidado”. Pero para Kisa esa caja era su mundo secreto.

    Cada noche, cuando la luna se alzaba en el cielo, Kisa se metía dentro de su caja. Al principio, solo era un escondite acogedor. Pero una noche, algo mágico sucedió. La caja tembló y se estremeció, y Kisa se encontró en un lugar completamente diferente.

    La caja lo llevó a un jardín encantado. Flores luminosas brillaban como estrellas, y los árboles susurraban cuentos antiguos. Kisa saltó de la caja y exploró su nuevo mundo. Mariposas gigantes revoloteaban, y los arroyos cantaban melodías desconocidas.

    Cada vez que Kisa volvía a su apartamento, la caja seguía allí, esperándola. Pero cuando saltaba dentro, lo llevaba a lugares diferentes: un bosque de cristal, una playa de conchas brillantes, una montaña de algodón de azúcar. Kisa nunca sabía qué aventura le esperaba.

    Un día, Kisa conoció a Luna, una gata blanca con ojos azules como el cielo. Luna también tenía una caja mágica. Juntos, exploraron los confines del tiempo y el espacio. Viajaron a la época de los dinosaurios, al futuro lejano y a mundos donde las estrellas eran dulces de colores.

    Pero había una regla: no podían quedarse en un lugar por mucho tiempo. La caja los devolvía siempre antes del amanecer. Kisa y Luna compartían historias al regresar a sus apartamentos. Luna le habló de la leyenda de la Caja de los Deseos. Se decía que solo aparecía una vez en la vida de un gato y que contenía el deseo más profundo de su corazón.

    Kisa y Luna se embarcaron en una búsqueda. Viajaron a través de cajas y dimensiones, enfrentando desafíos y peligros. Finalmente, encontraron la Caja de los Deseos en un rincón olvidado del universo. Kisa la abrió con cuidado y cerró los ojos.

    Cuando los abrió, se encontró en su apartamento, junto a Luna. En sus patas, sostenía una pequeña estrella dorada. “¿Qué deseas, Kisa?”, preguntó Luna.

    Kisa miró la estrella y sonrió. “Deseo seguir viajando, pero también deseo tener un amigo como tú”.

    Y así, Kisa y Luna continuaron saltando de caja en caja, explorando el infinito. Porque, como decía Kisa, “las cajas pueden ser pequeñas, pero los sueños que contienen son enormes”.





    Foto tomada con mi Samsung Galaxy S22 Ultra.

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